domingo, 3 de mayo de 2015

¿Libertad de prensa o libertad de empresa?



En el Día Mundial de la Libertad de Prensa que hoy se conmemora, todos los medios de comunicación aprovechan para hacer su reflexión sobre los tópicos de siempre: esos reporteros arriesgándose a que les vuelen la cabeza en los frentes de guerra o jugándose el pasaporte en las fronteras de los regímenes no democráticos aquí y allá, e historietas épicas similares. Pocos han hecho una reflexión profunda sobre los verdaderos riesgos que la "Prensa Libre" sigue corriendo hoy día y que se ocultan, principalmente, dentro de la propia profesión, no en el curso de su ejercicio.

Para ilustrar el tema, traigo la célebre anécdota de John Swinton, jefe de redacción del The New York Times durante varios años y que, a principios del siglo XX, durante un almuerzo en su honor por la recién alcanzada jubilación, se atrevió a revelar lo siguiente, cuando uno de sus colegas quiso hacer un brindis por la prensa independiente:

"No existe lo que se llama prensa independiente, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su honrada opinión, pero, si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería nunca publicado.

Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. Muchos, entre vosotros, reciben salarios parecidos por un trabajo similar… y si uno cualquiera de vosotros estuviera lo suficientemente chiflado para escribir su honrada opinión se encontraría en medio de la calle buscando un empleo cualquiera, exceptuando el de periodista.

El trabajo de periodista de Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano. Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues ¿A qué viene esa tontería de brindar a la salud de una prensa independiente?

Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos unos polichinelas; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. Nosotros somos unos prostitutos intelectuales”.


Y si ya a principios del siglo XX John Swinton nos dejaba claro que la prensa independiente no existe, hoy en día son bastantes los teóricos de la comunicación que sostienen que es muy común confundir libertad de prensa con libertad de empresa, a día de hoy la libertad de expresión se entiende como libertad de empresa que permite vender noticias, ideas, interpretaciones subjetivas de la realidad como un producto más que compite libremente en el mercado, un mercado en el cual un pequeño número de empresarios poderosos con influencias comerciales, políticas, y vínculos familiares, son asimismo dueños de la mayoría de los medios de comunicación.


domingo, 12 de abril de 2015

El vuelo de Gagarin

El 12 de abril de 1961 amaneció como un día cualquiera. Nada hacía sospechar que esta fecha marcaría el inicio de la era de los viajes tripulados al espacio. Sin que el resto del mundo lo supiese, en un remoto lugar de la estepa kazaja se llevaban a cabo los preparativos para lanzar una nave espacial con el “cosmonauta nº 1”. Al igual que la localización exacta del cosmódromo de Tyura-Tam (posteriormente conocido como Baikonur), su identidad era alto secreto. El protagonista de la hazaña sería un joven piloto soviético de 27 años llamado Yuri Alexéievich Gagarin, nacido en el seno de una humilde familia de granjeros koljosianos.


Un cohete esperaba al cosmonauta en misma rampa desde donde había despegado casi cuatro años antes (1957) un misil R-7 Semyorka (“siete” en ruso) con el primer satélite artificial de la historia, el famoso Sputnik 1. De hecho, el cohete era una variante del venerable y robusto Semyorka a la que se le había añadido una tercera etapa para aumentar su carga útil. Su designación oficial era 8K82K, pero sería conocido con el mismo nombre que la nave que debía poner en órbita, Vostok (“Oriente” en ruso).


Mientras el lanzador era preparado para el despegue, Gagarin y su suplente, Gherman Titov, dormían a un par de kilómetros de distancia en una pequeña cabaña. O mejor dicho, hacían que dormían, porque los cosmonautas habían sido incapaces de pegar ojo en toda la noche. A las 5:30 hora de Moscú, los médicos despertaron a los dos hombres. Tras desayunar y recibir un último examen médico, se enfundaron en sus trajes de presión Sokol SK-1, de un llamativo color naranja para facilitar las operaciones de rescate. A las 6:30 se reunieron con Grigori Nelyubov —el tercer cosmonauta suplente— y se dirigieron a la rampa de lanzamiento a bordo de un pequeño autobús. La leyenda cuenta que Gagarin se vio forzado a orinar durante el breve trayecto, motivo por el cual todos los cosmonautas han seguido la tradición desde entonces. Con micción o sin ella, 20 minutos después llegaron a la rampa. El cohete ya estaba cargado de combustible, ansioso por partir. Allí les esperaba el legendario Ingeniero Jefe, Serguéi Koroliov, responsable del programa Vostok y creador del cohete R-7.


Tras recibir una autorización formal, Gagarin se despidió de la Comisión Estatal y subió en un pequeño ascensor hasta la cima del cohete, donde se encontraba el acceso a la nave. Gagarin se introdujo dentro de la cápsula esférica de la Vostok 3KA-3 a través de una escotilla circular y se instaló cómodamente en su asiento eyectable. Antes de asegurar la escotilla con treinta tornillos, Oleg Ivanovsky —uno de los ingenieros encargados del diseño de la Vostok— le comunicó a Gagarin el código de seguridad que le permitiría acceder a los controles de la nave. Temerosos de los adversos efectos que la ingravidez pudiese tener sobre el cuerpo humano, los ingenieros habían decido automatizar totalmente los sistemas de la Vostok. En caso de emergencia, podría tomar el control introduciendo un código numérico secreto que se encontraba en el interior de un pequeño sobre dentro de la cápsula. En esta misión, Gagarin sería más un pasajero que un piloto. Pero Ivanovsky no quería que Gagarin despegase sin conocer el código. “Yura, los números son 1-2-5”, le comunicó Ivanovsky al joven teniente, casi susurrando. Gagarin respondió con una sonrisa, pues ya conocía el código.



12/04/196, 09:07 hora de Moscú:
Poyéjali! (¡Allá vamos!)


El cosmonauta permaneció en solitario en el interior de la cápsula durante dos horas, escuchando música y comprobando las comunicaciones con el control de tierra. La cofia protectora que rodeaba la cápsula le impedía ver el exterior, así que poco más podía hacer para matar el tiempo. Poco antes del despegue y mientras se retiraban las torres de servicio, se colocó los guantes y cerró el visor del casco. Por fin, a las 09:07 hora de Moscú, los cinco motores de la base del cohete hicieron ignición y el cohete se elevó lentamente. El primer viaje espacial tripulado había comenzado.

— “¡Lanzamiento!, te deseamos buen viaje“, comunicó Koroliov.
— “Poyéjali! (поехали!, ¡Allá vamos!), hasta pronto amigos”, respondió un eufórico Gagarin.

Durante el ascenso, Yuri fue comunicando su estado puntualmente, aunque una breve interrupción de las comunicaciones y la telemetría del cohete casi le provoca un infarto al Ingeniero Jefe. Dos minutos después del despegue se separaron los cuatro bloques propulsores de la primera etapa (llamados Bloques B, V, G y D), formando una pequeña cruz en el cielo de Baikonur (la aún hoy llamada “cruz de Koroliov”). Apenas treinta segundos más tarde la cofia protectora se desprendió del cohete y Gagarin pudo finalmente contemplar el exterior. A medida que ascendía, la curva del horizonte terrestre se hacía más y más evidente contra un cielo de color negro azabache. Cinco minutos después del lanzamiento se apagó la etapa central (Bloque A) y la Vostok continuó su viaje con ayuda de la tercera etapa (Bloque E). Por último, cuando ya habían transcurridos unos once minutos desde el comienzo de la misión, el motor RD-0109 de la tercera etapa se apagó y la Vostok se separó del cohete. Gagarin se movía ahora a 28.000 kilómetros por hora, la “primera velocidad cósmica”. Por primera vez en la historia de la humanidad, un ser humano estaba en órbita. Nunca antes alguien había viajado tan alto y tan rápido.


viernes, 6 de febrero de 2015

«Usted sí que está como una chota Sr. Castro»




Soy hermano de Ibon Iparragirre Burgoa, y escribo esta carta desde la rabia y el dolor. Y la escribo en castellano porque quiero que usted, Sr. Jose Luis Castro, Juez de Menores y de Vigilancia Penitenciaria, la entienda sin necesidad de traductores, literalmente y sin versiones manipuladas. Usted sabe perfectamente que nuestro hermano padece una enfermedad grave, crónica, incurable y degenerativa. Lo sabe porque así lo corroboran todos los informes médicos que obran en su poder, y así lo reconoce ud. mismo en el auto firmado de su puño y letra y que, sin embargo, decide mantenerlo en prisión.

Esos informes dicen literalmente que Ibon tiene SIDA, en estadio C-3, es decir que el VIH esta activado y está afectando directamente al cerebro: ‘Leucoencefalopatía multifocal progresiva’, ‘Deterioro Cognitivo’, ‘Encelopatía por VIH’, ‘Probable demencia SIDA’... ¿Le suena, Sr. Castro?

En lenguaje profano esto quiere decir que a Ibon el bicho le ha afectado al cerebro, y que entre otras cosas, no ve tres en un burro, no porque tenga miopía, sino porque tiene el nervio óptico afectado; que es propenso a sufrir ataques epilépticos; que tiene hipersensibilidad, que no siempre tiene capacidad de controlar procesos... Esta situación ya es difícil de llevar estando en libertad, y usted ¿decide denegarle la prisión atenuada y mantenerle alejado de su familia y de sus médicos de confianza? Por favor...


Y digo «en prisión atenuada», porque ud. bien que lo sabe, pero quizás no todo el mundo, Ibon estaba ya preso y enfermo cuando el 9 de marzo de 2014 lo encerraron en Basauri. Cumplía condena en casa. Llevaba pulsera telemática; sólo podía salir cuatro horas de casa; iba semanalmente a la prisión de Basauri, a firmar, donde entregaba puntualmente los informes que cada tres meses le realizaban en el Hospital de Basurto; se abstuvo de participar en actos o manifestaciones políticas... Es decir, que aunque estaba en casa, estaba preso, cumplía condena. Eso sí, rodeado de sus familiares y con un seguimiento médico efectivo.

Y van y lo meten en Basauri. Y en abril lo mandan a Navalcarnero, a la enfermería. Y en noviembre, a Alcalá-Meco, no a la enfermería, sino a un módulo corriente y moliente, donde no pasa una semana y lo agreden dos presos sociales, con la excusa de que no les dió un cigarro. Y a los quince días, esos mismos carceleros que se supone deben salvaguardar su integridad, le meten en un cuartucho, le meten dos bofetadas, le amenazan con violarle y lo mandan otra vez al chabolo. Esto, sí que puede ser que no lo sepa Sr. juez... Pero yo sí lo sé, porque nuestro hermano enfermo sí que está, pero mentiroso no es, y las marcas ahí quedan, aunque usted no las quiera ver. Es la cuarta paliza que recibe en diez meses.


Nos pasamos todo julio en Madrid, recabando los informes médicos que se habían realizado en abril, y que aún no constaban en su poder. Nuestra madre y yo fuimos personalmente al archivo del hospital Gregorio Marañón, y nos proporcionaron sin problemas los resultados de las analíticas que le realizaron a Ibon en abril! Y se las llevamos a su despacho, algo que los servicios médicos de la cárcel de Navalcarnero debían haber hecho meses antes.

Y un buen día se dignó a recibirnos. Y lo primero que le dijo a nuestra madre fué: «Su hijo está como una chota». De acuerdo. No es la forma más adecuada para decirle a una madre que su hijo padece una enfermedad mental, pero coincidimos en lo fundamental. Para ud. nuestro hermano está como una chota porque se niega a recibir tratamiento con retrovirales, y para nosotros – y los servicios médicos- padece una enfermedad mental incurable y degenerativa porque tiene el SIDA. Ud. estaba implicitamente negando un derecho fundamental para la persona enferma, como es el derecho a decidir el tratamiento a seguir, y nosotras por la paz un Ave María, porque nuestro objetivo último era agilizar los trámites para conseguir que Ibon volviera a la situación de prisión atenuada.


En ese momento Ibon se encontraba en aislamiento, tenía diarrea, las defensas en 117 (una persona con salud normal las tiene en torno a 1500-2000 por ml. de sangre), y estaba –como sigue estando- expuesto a cualquier infección oportunista. Le transmitimos nuestra preocupación y ud. insistió en que se le practicara el TAC, para blindar el expediente, ante un hipotético recurso de Fiscalía.

Incluso nos solicitó una dirección, un domicilio para agilizar los trámites del regreso a la prisión atenuada.

¿Usted se puede imaginar la frustración, la rabia y el dolor que producen esas palabras cuando suenan retrospectivamente? Usted se permitió el lujo de jugar con los sentimientos de una madre que tiene 71 años para luego defraudarla, y encima espetarle que «Su hijo está como una chota». Pues si me lo permite, Sr. Castro, y confiando en que la libertad de expresión no sea monopolio de unos pocos, le voy a decir: «Usted sí que está como una chota». Y produce una gran amargura el saber que la vida de nuestro hermano está en manos de una persona que en los cursos de verano de la Complutense se presenta como un adalid de los derechos humanos, y por lo bajinis, en su despacho, da falsas esperanzas mientras firma los autos que perpetúan la agonía de Ibon y de otros muchos y muchas, políticos y sociales, vascas o extremeñas.


Las cárceles están diseñadas para que las personas sanas enfermen, y las enfermas mueran. Si Ud. no lo sabe, debería saberlo, y es su responsabilidad que esto no sea así. Usted es el último eslabón de un sistema que condena a los presos enfermos a una muerte lenta e indigna, y usted es en gran medida, su única tabla de salvación.

Tome conciencia de su cargo y actúe en consecuencia, pues de su integridad moral depende la vida de muchas personas, entre ellas nuestro hermano. Y perdone si en algún momento he pecado de impertinencia. En cualquier caso, confío en que si hubiera algo punible en este escrito sea yo, y únicamente yo, el que sufriere las consecuencias.

(Gotzon Iparragirre Burgoa, hermano de Ibon Iparragirre)

martes, 3 de febrero de 2015

San Blas, entre tortas y cordones



Manda la tradición. 3 de febrero, San Blas, día para comprar un cordón, colocárselo al cuello y listo. Es lo típico, es lo que creyentes y no creyentes tienen la costumbre de hacer llegada esta fecha porque hoy en Bilbao se celebra una feria, la feria de San Blas, y El Arenal se llena de puestos que venden cordones de colores y rosquillas de San Blas.

Los hay de todos los colores para que elijas tu favorito. Seas o no creyente, la tradición manda, te lo pones durante los nueve días de rigor, y después lo quemas, el Miércoles de Ceniza. De este modo San Blas protegerá tu garganta de cualquier catarro o faringitis durante todo el año. ¡Lo que vas a ahorrarte en Ibuprofenos!

Dicen que la tradición de ponerse alrededor del cuello el cordón bendecido proviene de esos tiempos en los que se acudía a la misa el día de San Blas a bendecir alimentos y semillas para prevenir toses y catarros. La historia empezó con el cordón con que se ataban las rosquillas caseras a las que se suponía contagiadas por la bendición y que comenzaron a colgarse del cuello.


Cuentan las hagiografías del santo, que fue médico, obispo y que curó milagrosamente a un niño al cual se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. De ahí le viene la fama a ese santo de proteger contra los males de garganta y de ahí viene también la costumbre del cordón.

Sin embargo, en la festividad de San Blas, se perciben connotaciones etnográficas de orígenes remotos, donde el ritual pagano de antiguos pueblos agrícolas y pastoriles” no pudieron ser acalladas por el cristianismo. A San Blas se le relaciona con el oso, animal mítico que juega un papel clave en el despertar de la naturaleza en su cíclica regeneración. El vasco primitivo habría celebrado ceremonias de carácter mágico destinadas a provocar el ansiado despertar de la naturaleza a la vida y la fecundidad. El oso de nuestras mascaradas y farsas carnavalescas (Arizkun) es sacado de su letargo invernal pues su despertar se vincula al de la propia Naturaleza.


El día de San Blas además de comer rosquillas o torta y de ponernos un cordón, también hay costumbre de cantar con la makila. La práctica de acompañar el canto con golpes rítmicos producidos en la tierra por las makilas también tiene origen pagano y simboliza el final del invierno: los golpes anuncian a la tierra la llegada de la primavera, el final del letárgo invernal. Su propósito es despertar a la tierra a tiempo para que la cosecha sea buena.


Fuente: Euskadi – Basque Country

jueves, 25 de diciembre de 2014

Solsticio de invierno y personajes navideños



La Navidad significa una ruptura en el tiempo, una evolución o una novedad cíclica y necesaria, incluso sin creencias de ningún tipo. Es una época que rompe la línea del tiempo anual y por estos motivos, desde tiempos muy remotos, posiblemente desde que el ser humano tuvo la capacidad de razonar, se han celebrado fiestas por estas fechas, siempre esta época del año fue motivo de celebraciones religiosas en las culturas europeas.

Una fecha imprescindible en todas las culturas, posiblemente determinada por el ciclo vital de la naturaleza, el solsticio de invierno, dar testimonio de una época del año, la celebración de la luz, antes de la inmersión en la oscuridad del invierno. De esa sensación surge la fiesta, la necesidad de alegría, la sensación de cambio, es la celebración del solsticio de invierno, de la luz antes de la oscuridad, del fin de un ciclo y comienzo de otro.


La Navidad es pues además de una celebración religiosa, una celebración de todos los espíritus, necesaria desde hace miles de años y grabada en el inconsciente colectivo de todas las culturas occidentales.

Es sorprendente ver como se asemejan todas la tradiciones navideñas europeas, aun teniendo cada una sus particularidades, cuando rascamos un poquito en ellas, sale a relucir su antiguo origen pagano y ese origen es casi siempre comun.

Leyendo en la wikipedia la historia del Caga Tió catalan podemos encontrar esto:

"El "tió" no era en principio otra cosa que el tronco que ardía en el hogar: el fuego a tierra. Un tronco que, al quemar, daba bienes tan preciosos como el calor y la luz, y que de forma simbólica ofrecia presentes a los de la casa: golosinas, barquillos, turrones. Aún podemos encontrar, en los pueblos, casas en las que el "tió" es un gran tronco que se pone a quemar en el fuego de tierra unos días antes de Navidad."


"A partir de ésta forma más primitiva el "tió" evoluciona: El "tió" es un tronco, elegido por los niños, se deviene mágicamente un ser que se debe de alimentar y que vive durante unos días en la cocina de la casa, que da sus regalos en Navidad y que después de quema."

Y leyendo al etnologo y antropólogo vasco Jose Mari Satrustegui en su artículo "El fuego de Nochebuena" podemos encontrar esto:

"El folclore de Navidad conjuga el misterio de Belén con antiguos ritos solsticiales perfectamente asimilados en la tradición cristiana de la fiesta. Una de las manifestaciones más representativas de la navidad vasca es laque cada familia se encargaba de preparar ya en otoño, al hacer acopio de leña para el hogar" del tronco de Navidad.


"El tronco de Navidad recibe el nombre de Olentzero en algunas localidades, en tanto que otros identifican este nombre con el ciclo de Navidad. La figura obesa que actualmente recorre las cercas rurales y calles urbanas es la personificación de una rica simbología que sólo conserva ya la huella erosionada de sus señas de identidad. Su relación con el fuego queda asociada a la bajada por la chimenea, al aguinaldo de nueces, castañas, higos secos y otros frutos con los que obsequiaba por el mismo conducto a los pequeños de la casa"

Las tradiciones populares encierran un rico legado escrito en clave críptica de antiguas culturas.

JAI ZORIONTSUAK!!

lunes, 3 de noviembre de 2014

La Arboleda: pasado minero, presente de ocio.

De la costa al monte… Casi desde el nivel del mar, desde el valle bizkaino de Trápaga se nos presenta el monte de forma brusca....


Apenas a una veintena de kilómetros de Bilbao, se encuentra el paraje de La Arboleda, en plenos Montes de Triano. Testimonio y protagonista excepcional del pasado minero de la zona, buena parte del desarrollo industrial comenzó a forjarse en sus explotaciones de hierro. Mucho de lo que es hoy Bilbao es gracias al trabajo y esfuerzo de miles de mineros que desde la segunda mitad del siglo XIX trabajaron en las explotaciones mineras de hierro a cielo abierto que existieron en los montes de Triano, conocidos como los montes de hematites más maravillosos de Europa.


De entre todos los pueblos mineros, La Arboleda, en el municipio de Trapagaran, es quizás el principal y más conocido de todos los que existieron en la zona. Fue fundado en 1877 para albergar a los obreros que procedentes de todos los rincones de la Península Ibérica llegaron a trabajar a las minas


Tras la 2ª Guerra Carlista y con la abolición de los fueros se pudo exportar mineral de hierro, (exportación antes prohibida por el fuero), y lo que fue decisivo, personas con dinero pudieron comprar y apropiarse de los terrenos que antes fueron comunales. Así sucedió que los riquísimos yacimientos de mineral de hierro de los montes de Triano que antes eran propiedad colectiva de los vecinos de la villa de Portugalete fueron comprados a la villa por Juan María de Ybarra que se convirtió en un oligarca. 


Fueron años duros, en los que hombres, mujeres y niños trabajaron en condiciones extremas, vivieron hacinados en barracones o diminutas casas, y las enfermedades y muertes estaban a la orden del día, de hecho, en algún momento la esperanza de vida fue de tan solo 18 años. La pésima calidad de vida y las desfavorables condiciones de trabajo facilitaron la creación de diversos movimientos sindicales, convirtiéndose en un verdadero centro de lucha obrera, con huelgas a veces largas y sangrientas. Anarquistas, socialistas y comunistas lucharon por conseguir mejores condiciones de trabajo. 


En los años cincuenta del siglo XX, las vetas estaban prácticamente agotadas, y en 1963 cesó la exportación del mineral de hierro......

Un paseo por La Arboleda es retroceder unos años en el tiempo. No por los mineros, que ya no existen, sino por sus casas en hilera de una o dos alturas separadas por callejones estrechos, su plaza en cuesta, la iglesia, las tabernas..etc pero sobre todo por el paisaje transformado por el duro trabajo de los mineros.


Las antiguas minas, cuyas explotaciones eran al aire, son ahora embalses artificiales rodeados de un entorno verde que se ha transformado en espacio de ocio y esparcimiento. Donde antes había trabajo sacrificado y condiciones de vida muy duras, hoy podemos ver un parque maravilloso, el “Meatzalde Goikoa Parkea”, convertido en museo al aire libre donde se exponen esculturas de artistas vascos de renombre.


Fuente: Bilbao Greeters 

viernes, 15 de agosto de 2014

La batalla de Orreaga


El 15 de agosto del año 778 una terrible batalla sobrecogió al Pirineo navarro. Durante horas, quizá días, miles de personas se golpearon con armas de metal hasta la muerte. En cuanto no quedó perdedor alguno con vida, los vencedores de la jornada se retiraron.

Fue el enfrentamiento armado más grave de su época, un hecho que conmocionó a Europa. ¿Cúal fue la causa para que el horror se apoderara de las montañas navarras? ¿Quién tomó parte en tan sangrienta lucha? Y lo más importante ¿por qué?

Los hombres, silenciosos y rápidos, transitaban los senderos de los montes que desde Iruña, la ciudad de los vascones, conducen al norte boscoso de su territorio, dirigiéndose al estrecho desfiladero por el que llegó, al principio de la primavera, Carlos, rey de los francos, con una parte de su ejército invasor, para sitiar y conquistar Iruña. Siguió luego a Zaragoza, a la que sitió sin lograr conquistar. Desesperado por la derrota y abrumado por el calor de aquel verano de 778, levantó el asedio, decidiendo retirarse a sus cuarteles de invierno, trajinando el regreso por vía vascona. Tras asentarse en Iruña nuevamente para recobrar él y su ejército fuerzas y abastecer su intendencia, ordenó el incendio de la ciudad tan pronto reemprendieron la marcha hacia el norte, advertencia a los posibles levantiscos de que no serían clementes con ninguna insubordinación.

Los vascones carecían de hombres con entrenamiento militar y armas suficientes como para enfrentarse al ejército más poderoso de Europa, pero no permanecían inactivos. Sin tocar las bocinas de llamada ni prender fuegos convocatorios en lo alto de sus montes, rápidos mensajeros conectaron a los diversos pueblos para el gran asalto vengativo. Planificaron una estrategia conjunta para vengar a sus muertos y reparar la afrenta que suponía la ocupación y la desolación de la tierra quemada. Eran descendientes de los sobrevivientes de Roma, la primera incendiaria de la ciudad vascona, y dispuestos estaban a rechazar la amenaza que suponía Carlos y sus sueños de hegemonía y sus delirios de grandeza. Aborrecían ser parte de su imperio. Querían forjar un reino propio.

Los vascones, convertidos en improvisados guerreros, recolectaron y colocaron las piedras en montones precisos y a distancias calculadas sobre las alturas del barranco, permaneciendo fijos en sus puestos de observación y combate. Otros, en grupos de asalto, molestaban mediante escaramuzas al ejército invasor que seguía la ruta que desde Iruña los llevaba hasta el alto de Errozabal, cruzando el valle de Esteribar. A la vanguardia cabalgaban Carlos y el obispo Turpín, seguidos por los veinte mil hombres de caballería e infantería que componían el ejército franco, unidas las fuerzas todas en la retirada de Zaragoza. La retaguardia la encabezaba Roldán, el Par favorito de Carlos, de quien decían era hijo. 

Los invasores urgían acceder con rapidez a sus hogares porque no era buen tiempo para la andanza de un ejército el inestable otoño, menos el nevoso invierno. Anhelaban disfrutar de la paz doméstica que, en su actividad militar, restaban a los demás. Marchaban forzados, revestidos con yelmos y corazas de metal, cargando sus pesadas armas, alertas a una posible emboscada, pues ni el apóstol Santiago podría salvarlos de la trampa que suponía el barranco de la tierra vascona por el cual se accedía a la llanura de Aquitania, si sufrían un ataque. Lo temían, pero no lograban calibrarlo. El enemigo resultaba invisible. Se sabía que estaba ahí por los ataques nocturnos y los aterradores aullidos lobunos que emitían, impidiéndoles el descanso.

 Cuando el ejército, cual una inmensa serpiente se fue desenroscando por el estrecho vericueto del desfiladero, los vascones actuaron. Cayeron las piedras, convertidas en misiles, sobre hombres y bestias, en tal profusión, que les deparó la muerte o heridas tan profundas que los llevaron a ella. La indefensión era total pues sus arreos de combate no lograron suavizar el impacto del diluvio pétreo y no había sitio alguno donde correr ni ocultarse. Los que quedaron en pie fueron atacados por hombres armados con azkonas, la secular arma que los romanos reseñaron como propias de los vascones. No hubo tregua ni compasión.

De nada valió la llamada de Roldán, avisando del peligro y reclamando ayuda a Carlos, pues murió en el combate finalmente, protegiendo con su cuerpo, para que nadie pudiera poseerla, a su prodigiosa espada Durandarte, con su pomo cargado de reliquias sacras. Carlos y el obispo Turpín, que escucharon el olifante, emprendieron una galopada escandalosa hacia delante, dejando a sus espaldas un ejército deshecho. Muertos fueron los 12 Pares, el Estado Mayor, aquel 15 de agosto del 778 que para los francos no resultó Año de Gracia del Señor. Aunque más tarde Carlos fue proclamado emperador, los muertos de Orreaga, los suyos y los demás, habrían de pesar en su memoria. Nadie debería alcanzar la grandeza derivada de semejante sacrificio humano en aras de su ambición.

Los vascones, expedida su venganza, se retiraron. Pero comprendieron que si querían pervivir como pueblo, y tal era el deseo, habrían de forjar una entidad política que los resguardara de semejantes afrentas. Y aunque no cantaron su gesta, que como mérito tiene el no ser depredadora, y durante mucho tiempo les fue negada su victoria y deformada su genial estrategia, crearon un reino, el de Pamplona, luego de Nabarra.


Fuente: Erlantz Urtasun Antzano (Historiador) y Arantzazu Amezaga Iribarren (Escritora)

Batalla de Orreaga


El 15 de agosto del año 778 una terrible batalla sobrecogió al Pirineo navarro. Durante horas, quizá días, miles de personas se golpearon con armas de metal hasta la muerte. En cuanto no quedó perdedor alguno con vida, los vencedores de la jornada se retiraron.

Fue el enfrentamiento armado más grave de su época, un hecho que conmocionó a Europa. ¿Cúal fue la causa para que el horror se apoderara de las montañas navarras? ¿Quién tomó parte en tan sangrienta lucha? Y lo más importante ¿por qué?

Los hombres, silenciosos y rápidos, transitaban los senderos de los montes que desde Iruña, la ciudad de los vascones, conducen al norte boscoso de su territorio, dirigiéndose al estrecho desfiladero por el que llegó, al principio de la primavera, Carlos, rey de los francos, con una parte de su ejército invasor, para sitiar y conquistar Iruña. Siguió luego a Zaragoza, a la que sitió sin lograr conquistar. Desesperado por la derrota y abrumado por el calor de aquel verano de 778, levantó el asedio, decidiendo retirarse a sus cuarteles de invierno, trajinando el regreso por vía vascona. Tras asentarse en Iruña nuevamente para recobrar él y su ejército fuerzas y abastecer su intendencia, ordenó el incendio de la ciudad tan pronto reemprendieron la marcha hacia el norte, advertencia a los posibles levantiscos de que no serían clementes con ninguna insubordinación.

Los vascones carecían de hombres con entrenamiento militar y armas suficientes como para enfrentarse al ejército más poderoso de Europa, pero no permanecían inactivos. Sin tocar las bocinas de llamada ni prender fuegos convocatorios en lo alto de sus montes, rápidos mensajeros conectaron a los diversos pueblos para el gran asalto vengativo. Planificaron una estrategia conjunta para vengar a sus muertos y reparar la afrenta que suponía la ocupación y la desolación de la tierra quemada. Eran descendientes de los sobrevivientes de Roma, la primera incendiaria de la ciudad vascona, y dispuestos estaban a rechazar la amenaza que suponía Carlos y sus sueños de hegemonía y sus delirios de grandeza. Aborrecían ser parte de su imperio. Querían forjar un reino propio.

Los vascones, convertidos en improvisados guerreros, recolectaron y colocaron las piedras en montones precisos y a distancias calculadas sobre las alturas del barranco, permaneciendo fijos en sus puestos de observación y combate. Otros, en grupos de asalto, molestaban mediante escaramuzas al ejército invasor que seguía la ruta que desde Iruña los llevaba hasta el alto de Errozabal, cruzando el valle de Esteribar. A la vanguardia cabalgaban Carlos y el obispo Turpín, seguidos por los veinte mil hombres de caballería e infantería que componían el ejército franco, unidas las fuerzas todas en la retirada de Zaragoza. La retaguardia la encabezaba Roldán, el Par favorito de Carlos, de quien decían era hijo. 

Los invasores urgían acceder con rapidez a sus hogares porque no era buen tiempo para la andanza de un ejército el inestable otoño, menos el nevoso invierno. Anhelaban disfrutar de la paz doméstica que, en su actividad militar, restaban a los demás. Marchaban forzados, revestidos con yelmos y corazas de metal, cargando sus pesadas armas, alertas a una posible emboscada, pues ni el apóstol Santiago podría salvarlos de la trampa que suponía el barranco de la tierra vascona por el cual se accedía a la llanura de Aquitania, si sufrían un ataque. Lo temían, pero no lograban calibrarlo. El enemigo resultaba invisible. Se sabía que estaba ahí por los ataques nocturnos y los aterradores aullidos lobunos que emitían, impidiéndoles el descanso.

 Cuando el ejército, cual una inmensa serpiente se fue desenroscando por el estrecho vericueto del desfiladero, los vascones actuaron. Cayeron las piedras, convertidas en misiles, sobre hombres y bestias, en tal profusión, que les deparó la muerte o heridas tan profundas que los llevaron a ella. La indefensión era total pues sus arreos de combate no lograron suavizar el impacto del diluvio pétreo y no había sitio alguno donde correr ni ocultarse. Los que quedaron en pie fueron atacados por hombres armados con azkonas, la secular arma que los romanos reseñaron como propias de los vascones. No hubo tregua ni compasión.

De nada valió la llamada de Roldán, avisando del peligro y reclamando ayuda a Carlos, pues murió en el combate finalmente, protegiendo con su cuerpo, para que nadie pudiera poseerla, a su prodigiosa espada Durandarte, con su pomo cargado de reliquias sacras. Carlos y el obispo Turpín, que escucharon el olifante, emprendieron una galopada escandalosa hacia delante, dejando a sus espaldas un ejército deshecho. Muertos fueron los 12 Pares, el Estado Mayor, aquel 15 de agosto del 778 que para los francos no resultó Año de Gracia del Señor. Aunque más tarde Carlos fue proclamado emperador, los muertos de Orreaga, los suyos y los demás, habrían de pesar en su memoria. Nadie debería alcanzar la grandeza derivada de semejante sacrificio humano en aras de su ambición.

Los vascones, expedida su venganza, se retiraron. Pero comprendieron que si querían pervivir como pueblo, y tal era el deseo, habrían de forjar una entidad política que los resguardara de semejantes afrentas. Y aunque no cantaron su gesta, que como mérito tiene el no ser depredadora, y durante mucho tiempo les fue negada su victoria y deformada su genial estrategia, crearon un reino, el de Pamplona, luego de Nabarra.


Fuente: Erlantz Urtasun Antzano (Historiador) y Arantzazu Amezaga Iribarren (Escritora)

martes, 12 de agosto de 2014

La galerna de 1912




Nadie en Bermeo podía barruntar la tragedia que se avecinaba aquel fatídico 12 de agosto de 1912 a escasas cincuenta millas al norte del Cabo Matxitxako. Era lunes y los arrantzales (marineros) se afanaban en las últimas tareas de la jornada. Los integrantes de las 'txalupas' (lanchas boniteras a vela y remos de entre 13 y 15 metros de eslora y unos 3 metros de manga) se disponían a traspasar sus capturas a las embarcaciones de vapor de su compañía para que las llevasen a puerto como cada día, con las últimas horas luz.


De pronto, comenzaron a soplar fuertes rachas de viento que hacían presagiar una dura noche en alta mar. El cielo se oscureció y el Cantábrico, apacible hasta ese momento, se enfureció y desató un violento temporal. Las gigantescas olas convirtieron la lucha por la supervivencia en una disputa desigual. Aquel infierno cesó a la mañana siguiente con un dramático balance. Un total de 143 arrantzales muertos (116 de Bermeo), 16 de Lekeitio, 8 de Elantxobe y 3 de Ondarroa.


El dolor afectó de manera especial a Bermeo. Un total de 116 vecinos, más del 1% de la población de la época en la villa marinera, pereció en la galerna. Todas las familias del pueblo perdieron a alguien, un padre, un hijo, un marido y en algunos casos a todos. Se cancelaron 40 bodas de las 80 previstas, 62 viudas (de las cuales 12 embarazadas), 205 huérfanos, 64 padres ancianos y 107 hermanos menores. Como bien recuerda mi abuelo, los días siguientes a la tragedia todo el pueblo de Bermeo se tiñó de negro, del luto de la familias. 


La tragedia se repetía. Diez años antes el mar también había segado la vida de otros 56 pescadores locales. Pero el desastre de mayores magnitudes en aguas del Cantábrico tuvo lugar el 20 de abril de 1878, tristemente conocido por la 'Galerna del Sábado de Gloria'. En aquel negro episodio murieron 332 personas, de las que 85 eran bermeotarras.


Lo acontecido en 1912 dejó huella en la historia de Bermeo y casi todo lo que se conoce del desastre de 1912 es porque se ha transmitido de forma oral a lo largo del tiempo.


Zuzidun txakurra (El perro de la tea)

Según cuenta la leyenda existió antiguamente en Barakaldo un misterioso perro, que con una tea encendida en el hocico, hacía su aparición la noche siguiente al fallecimiento de alguien. 


Cuentan que cada vez que fallecía alguien, la noche siguiente a su funeral, aparecía por su casa. Enorme, negro y con fuego en sus ojos y en sus fauces. Muchos sorprendieron al txakurra merodeando las casas, pero nunca podían atraparlo. Siempre huía hasta sumergirse en cualquier lugar con agua, un pozo, una charca y hasta en un pequeño balde. Saltaba dentro y desaparecía.

Un vecino de Barakaldo, cuando murió su padre, durante el funeral pensó que la noche siguiente aparecería el perro en llamas, entonces durante el día, dibujó un lauburu alrededor de la casa, marcando el suelo con una azada. Solo dejó libre la entraba. Luego se aseguró de que no hubiese charco alguno ni recipiente que contuviese agua, y esperó.

Alrededor de las tres de la mañana (que dicen los cristianos que es la hora opuesta a la que murió Jesús, y es por eso que también es la hora que los malos espíritus asoman a asolar la tierra y a los mortales) apareció el Zuzidun, entró al lugar, y el aldeano rápidamente con varios golpes de su azada, terminó de formar el lauburu.

El perro corrió toda la vuelta de la casa hasta que notó que no podría salir. En ese momento, se calmó y aquietó. El aldeano se acercó cautelosamente y le preguntó qué quería, a lo que el txakurra contestó: ”Soy el espíritu de tu vecino que he muerto sin devolver las pertenencias que robé a tu padre. Y no puedo salir de otra forma hasta que alguien pague mi deuda”.

“Yo pagaré tu deuda así podrás descansar en paz”, respondió el aldeano, en ese momento, rompió el dibujo del lauburu y el perro desapareció. Días después, el buen hombre pagó las deudas del muerto, y desde entonces nunca mas volvió a ver al “Perro de la tea”.....

Los perros, se incorporaron a la mitología vasca en especial desde el advenimiento del cristianismo por eso desde el sincretismo que generó la nueva religión, en muchas oportunidades se les toma como seres poseídos por los espíritus de aquellos que han muerto sin confesión, o que, por algún motivo no han alcanzado el "paraíso".

sábado, 26 de abril de 2014

79 años del bombardeo de Gernika. No olvidamos la barbarie fascista


Fue un día como el de hoy, de hace 79 años cuando sucedió la barbarie. Era lunes 26 de abril de 1937, apenas pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde cuando las primeras bombas empezaron a silbar por el cielo de Gernika. Aviones alemanes de la Legión Cóndor junto con aviación italiana, ambos aliados del General Franco en su lucha contra la República, lanzaron durante tres horas sus explosivas cargas contra la indefensa población civil.



La gente se resguardaba donde podía, salía despavorida rumbo a los campos alejados de la ciudad, muchos acudieron a los refugios antiaéreos, construidos con acierto poco antes por el temor de correr la misma suerte que la vecina localidad de Durango (bombardeada el 31 de marzo y en donde murieron más de 300 personas), algo que en efecto sucedió.

En solo unas horas toda la ciudad había quedado reducida a cenizas, destrozada, humillada. Las bombas incendiarias no cesaron de caer sobre las impotentes gentes que se encontraban en Gernika, y tras el bombardeo, quedaba lo peor, ver como el fuego arrasaba con lo poco que quedaba en pie.

Se estima entre 150 y 250 el número de civiles muertos en el bombardeo. No fue una operación contra objetivos militares, no fue un ataque de ejército a ejército dentro de una guerra, este bombardeo, al igual que el de Durango, fue un ataque premeditado contra población civil indefensa y desarmada. Fue un campo de pruebas para la aviación alemana de cara a comprobar los efectos de su poderosa artillería para una futura guerra que estaba ya muy próxima. En definitiva, este bombardeo fue una matanza de inocentes, las bombas se lanzaban por igual contra mujeres, niños, ancianos y todo tipo de personas humildes, trabajadoras que estaban al margen del conflicto. Franco así lo quiso.

A partir de entonces Gernika no volvió a ser la misma, ya que aquella gran herida nunca llegó a curarse totalmente por que jamás se ha hecho plena justicia, ni con Guernika, ni con Durango, ni con todas las atrocidades perpetradas por el ejército sublevado del bando nacional.


Fuente: El azote del tirano

Carteles: Aritz Garcia

domingo, 13 de abril de 2014

Todo 11 tiene su 13




El 13 de abril Venezuela celebra el doce aniversario del rescate popular de la democracia, después de un golpe de Estado que depuso brevemente al gobierno electo constitucionalmente. En esa ocasión, soldados patriotas izaron la bandera venezolana mientras el difunto presidente Hugo Chávez regresaba al cargo gracias a un levantamiento cívico-militar en contra del régimen ilegal, liderado por élites empresariales apoyadas por medios privados y poderes imperialistas. Este momento histórico fue una victoria para el pueblo venezolano, el cual resistió valientemente la violación del orden democrático, rechazando la violencia por parte de extremistas de derecha y ratificando su apoyo al gobierno electo.


La primera victoria electoral de Hugo Chávez en 1998 marcó un antes y un después en la historia de Venezuela, ya que acabó con el sistema bipartidista existente en el país, el cual se había vuelto corrupto y distante del pueblo. El día 11 de abril de 2002 grupos opositores hostiles al gobierno organizaron un paro general seguido de una manifestación que fue desviada de su recorrido autorizado y dirigida al Palacio de Miraflores donde otro grupo de manifestantes se encontraban dando apoyo al Hugo Chávez. La intención del cambio de ruta fue la propuesta de parte de Pedro Carmona de solicitar la renuncia del presidente Chávez.


Cuando esa marcha se tornó violenta, y empezaron a aparecer muertos de ambos bandos provocados por francotiradores, los medios privados controlados por la élite cubrieron y distorsionaron los eventos para culpar al gobierno. En un ahora famoso episodio en “Puente Llaguno” se dijo que seguidores del gobierno que se encontraban marchando estaban disparando a manifestantes opositores, cuando de hecho se estaban defendiendo de ataques por parte de funcionarios de la Policía Metropolitana que actuaban en complicidad con el complot del golpe.


Digno de ser analizardo es el uso que se hicieron de las imágenes tomadas durante dicho golpe en la zona de Puente Llaguno. Los medios mostraban a varios militantes de los Círculos Bolivarianos defendiéndose de los disparos una tanqueta con armas de fuego desde arriba del puente, sin embargo RCTV y Venevisión difundieron un montaje cinematográfico que ponía en lugar de los tanques, una movilización de la oposición, que sucedía en otro lugar de la ciudad, pero que al verlos editado por televisión, mostraban a los militantes chavistas disparándole a la manifestación de la oposición. Medio planeta vio y creyó que el chavismo estaba masacrando al pueblo.


Años después tras una investigación se supo que las imágenes tomada por el camarógrafo y el corresponsal de Venevisión, ubicados en una azotea cerca de Puente Llaguno, habían sido manipuladas en los estudios. La secuencia manipulada fue tomada y trasmitida varias veces por todos los canales privados y enviados al resto del mundo, para justificar el derrocamiento del presidente Chávez”


El 12 de abril de 2002, los golpistas secuestraron al presidente Chávez, anunciaron falsamente su renuncia y escogieron para presidir el gobierno transitorio al doctor Pedro Carmona Estanga quien juramentó al estilo de los monarcas absolutos. Posteriormente procedieron a arremeter en contra de los derechos humanos, disolver todos los poderes del Estado, anular la Constitución y otras leyes con apoyo de fuerzas externas que públicamente justificaron el golpe y reconocieron el gobierno golpista de facto.


Cuando las noticias del golpe se difundieron y salió a la luz la represión hacia seguidores del gobierno, a pesar de la censura mediática, el pueblo comenzó a exigir el restablecimiento del orden constitucional y el regreso de su líder electo. “Queremos ver a Chávez,” rezaban las consignas de quienes se concentraban alrededor del palacio presidencial el 13 de abril en una avasallante muestra de afecto y lealtad.


El intento de querer abolir la Constitución fracaso, porque el 13 de abril los mandos leales de las fuerzas armadas junto a la movilización popular, restituyeron los poderes públicos sustituidos por la breve dictadura de Carmona, rescatando los medios estatales de comunicación, y logrando que Hugo Chávez retornara al Palacio de Miraflores.


Los sucesos del 11 y 12 de abril frecuentemente los describen como un “golpe mediático” porque fueron promovidos por la manipulación de las televisoras privadas y periódicos que alimentaron la violencia. En ese contexto, los medios alternativos salieron al paso para informar al público, uniéndose a la resistencia popular y ayudando a acabar con el silencio impuesto por los golpistas. Mientras los ojos del mundo observaban con sorpresa, el pueblo venezolano y miembros leales de la Fuerza Armada rechazaron pacíficamente la dictadura, forzando a los golpistas y regresando al presidente Chávez al palacio. Esta victoria popular ahora se conoce como la Revolución de Abril.


Doce años después, bajo el eslogan “Todo 11 tiene su 13”, los venezolanos y venezolanas reafirman su vínculo de afecto con el gobierno que eligieron y en honor al pueblo organizado que salió a defender la Revolución Bolivariana se hará una gran movilización en las afueras del Palacio de Miraflores (sede de Gobierno), en Caracas, donde Nicolás Maduro se dirigirá a los asistentes.