El 1 de mayo de 1890, se produjo en la zona minera de Bizkaia una de las primeras y largas huelgas históricas protagonizada por los mineros en contra de los barracones donde malvivían y en defensa de una vivienda digna. Asimismo querían eliminar las cantinas de sus patrones donde tenían obligatoriamente que proveerse de víveres y tener derecho a hacer sus compras en otros lugares. Los mineros huelguistas, unos 3.000, bajaron desde La Arboleda a Ortuella y fueron, en piquetes, por las empresas de la zona llamando al resto de trabajadores a sumarse a la huelga. Por Portugalete se trasladaron hasta Barakaldo, para sacar a la huelga a los trabajadores de La Bizkaia, Astilleros del Nervión y Altos Hornos.
Las fuerzas represivas, Guardia Civil y forales, trataron de impedir que se extendiera la huelga. Con sus armas intentaron impedir la entrada de los huelguistas a La Bizkaia, y éstos respondieron con pedradas, una de las cuales hirió de gravedad a un guardia foral. La guardia civil contestó con disparos, matando a un huelguista e hiriendo a otros siete. Pese a todo, la huelga siguió extendiéndose. Hacia el 10 de mayo eran ya unos 21.000 los huelguistas. Cuando se sumaron las fábricas de Sestao y Barakaldo el número de trabajadores en huelga ascendió a 30.000. Fue entonces cuando el Partido Socialista, con Facundo Perezagua a la cabeza, asumió la dirección del movimiento reivindicativo, pero la llegada del ejército acabó con las intenciones de marchar sobre Bilbao. A cambio, el General Loma que había visitado La Arboleda y había quedado asqueado por tales habitáculos llegó a comentar: "Estas casas no son ni para cerdos" y obligó a los patronos a firmar un pacto con los representantes obreros por el que se suprimía la obligatoriedad de los barracones y se rebajaba la jornada laboral en las minas a diez horas.
Los huelguistas no lograron de inmediato su objetivo de una vivienda
digna. No obstante, todo aquel movimiento huelguístico minero generó
unas condiciones propicias para que, cuatro años después, instituciones,
médicos higienistas y arquitectos se pusieran de acuerdo para encontrar
un modelo de vivienda para la clase trabajadora. Así nacieron lo que se
conoció como «Casas Baratas».
Ninguna huelga obrera o popular, como ninguna movilización, es un fracaso. Desde las razones suficientes para una huelga o movilización, su convocatoria y participación, sea masiva o escasa, son exponentes siempre de unos valores fundamentales en una sociedad nueva que todos queremos: sentido de la justicia, de la solidaridad, de la participación activa en la construcción de la sociedad y, sobre todo, de la dignidad ante la explotación económica, obrera y social.
La existencia de piquetes en el desarrollo de las huelgas no es de ahora. Viene desde el siglo XIX, como ya hemos visto en el caso de los mineros de Bizkaia en 1890. Todos los sindicatos lo han asumido y ejecutado siempre en sus particulares huelgas locales y sectoriales. Que quienes tienen las armas, quienes amenazan con ilegalizar un derecho como es el de huelga y quienes amenazan con la sanción y el despido hablen de que los piquetes de huelga son violentos es todo un sarcasmo. Muchos trabajadores, especialmente de pequeñas y medianas empresas que quieren salir a la huelga no se atreven por las amenazas empresariales y políticas. El mero paso de los piquetes de huelga por sus empresas les facilita el ejercicio de su derecho a la participación en la misma.
Finalmente, para quienes ante la situación política actual vasca hablan y hablan de la necesidad de una crítica al sistema capitalista, patriarcal y colonialista y de una confrontación con el Estado, ¿en qué consiste o en qué se traduce esa confrontación? La huelga general, como la desobediencia civil, ¿no forma parte de esa confrontación? ¿A qué esperamos? U30 Greba orokorra!!