Hoy se cumple un nuevo aniversario del asesinato de la militante ecologista Gladis del Estal por parte de la Guardia Civil. Sucedió en Tutera, un domingo 3 de junio del año 1979.
Gladys del Estal nació en Venezuela, por motivos de trabajo de los padres, pero desde los cuatro años que tenía cuando volvieron vivió siempre en Egia (Donostia). Estaba estudiando químicas y era profesora de informática, también empeñada en hacer Biológicas. Tenía 20 años cuando en el año 1976, en unión de otras dos o tres personas, constituyó en Donostia el Grupo Ecologista de Egia-Egiako Ecologista Taldea. Siempre fue una ecologista, pero desde siempre tuvo claro que había que organizarse para ser más eficaz que trabajando en solitario.
El día 3 de junio de 1979 era el día Internacional de Acción contra la Energía Nuclear y los Comités Antinucleares convocaron en Tutera una jornada reivindicativa por la paralización de Lemóniz, contra el Plan Energético Nacional y en protesta contra el polígono de tiro de las Bárdenas. Hacía un buen día, templado y soleado, y se juntó un buen grupo de gente para ver las actuaciones, charlas y mítines etc pero a medida que iba pasando el día el oxigeno comenzó a enrarecerse, se empezó a respirar un ambiente extraño... todos los autobuses que se dirigían hacia Tutera empezaron a ser desviados. No obstante y pese a las dificultades para dirigirse al lugar de la convocatoria, la fiesta de carácter ecológico, se iba desarrollando.
Hacia las cuatro más o menos de la tarde, cuando se estaba informando sobre el accidente ocurrido en la central nuclear de Harrisburg, las Fuerzas de ocupación entraron en el recinto donde los ecologistas estaban almorzando y cargaron contra ellos. Un diputado foral, Jesús Bueno, trató de poner calma desde un micrófono pero lo único que recibió, fue un pelotazo, una bala se cruzó a su vez rozando el cuello de uno de los organizadores.
La policía expulsó a los concentrados a través de dos filas de policías fuertemente armados, hasta el puente que cruza el río Ebro a su paso por Tutera. Al otro lado del puente se había habilitado un aparcamiento, por lo que la muchedumbre empezó a montar en sus vehículos para irse del lugar. También de dentro de Tutera, atravesando el puente, una fila compacta de vehículos huía ante el cariz que iban tomando los acontecimientos.
En un momento dado, un grupo de jóvenes comenzó una sentada en la misma salida del puente, y entonces, un grupo de guardias civiles, llegó a la carrera, y uno, llamado José Martínez Salas, tras golpearle en la zona lumbar, disparó en la nuca de Gladys a escasos centímetros de distancia, produciéndole la muerte prácticamente en el acto.
El día de su funeral también hubo disparos, la policía tomó el barrio de Egia donde vivía Gladys hasta los lugares más recónditos, cuando los familiares salieron del acto religioso los dispersaron arrancándoles de las manos la pancarta antinuclear. Miles de personas fueron dispersadas sin tregua, cargaron salvajemente con todo, contra todas las generaciones presentes, causando destrozos en el barrio de varios cientos de miles de pesetas. Hubo casas incendiadas por botes de humo...
El cuerpo presente de Gladys del Estal había llegado avanzada la tarde y más de 2.000 personas esperaron su llegada para acompañarla “en su último recorrido” y una vez mas la policía apareció y de nada sirvieron los intentos de diálogo... empezaron a disparar pelotas de goma, lanzar botes de humo y toda la gente se expandió hacia portales y bares abiertos... Así fue como el barrio de Egia recibió a la familia de Gladys con su cuerpo presente y a pesar de la represión policial, sólo se oyeron aplausos desde los balcones de las casas y desde las aceras al féretro. La represión no cesó en ningún momento, los vecinos de Egia tuvieron que correr detrás de los coches para llegar al cementerio. Y al llegar hubo un respiro, estaba lleno de gente: familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, organismos ecologistas.
La familia pidió que se pusiera una pegatina antinuclear en la tumba de su hija y se cantó el Eusko Gudariak. De vuelta al barrio, se acentuó aún más la represión; enfrentamiento y barricadas hasta finalizar la noche, a lo que siguió una huelga general en toda Euskal Herria.
El asesino directo, José Martínez Salas, no cumplió la totalidad de su condena y fue condecorado unos años más tarde (1992) por el entonces alcalde de Tudela, José Antonio Sola del PSN.
P.D:
Hace unos años, alumnos, amigos y compañeros de trabajo recordaron a Gladys en Donostia, en un homenaje ecologista entrañable en el parque Cristina Enea donde acudieron más de 5.000 personas y no faltaron flores que plantar, bertsolariak, lecturas, poemas y amor, mucho amor a Gladys. Se recogieron firmas para el cambio de nombre del parque que desde ese día pasó a llamarse Gladys-Enea Parkea. Irrumpieron en el acto unos trescientos cicloturistas con el padre de Gladys al frente y en el aire planearon cientos de aves en su recuerdo.