Entre julio de 1997 y septiembre de 1998 se desencadenaron en Euskal Herria catorce meses de auténtica convulsión. Si la ejecución de Miguel Ángel Blanco provocó el 'espíritu de Ermua', la respuesta llegó al año siguiente con el Pacto de Lizarra Garazi, pista de aterrizaje de la tregua de 1998, condicionada a que el nacionalismo del PNV superase el autonomismo y se declarase abiertamente soberanista. De paso, la izquierda abertzale logró romper su aislamiento político.
Uno los mayores logros de ETA con ese ekintza fue romper el Pacto de Ajuria Enea que hasta entonces había dividido a la sociedad vasca en demócratas y violentos y que desde entonces se dividió en nacionalistas y no nacionalistas.
El año 1995 comenzó con la ejecución de Gregorio Ordoñez presidente del Partido Popular en Euskadi, un nuevo salto en la táctica de ETA quien a través de un comunicado señaló por primera vez como objetivos militares a políticos colaboradores con la estrategia represiva contra Euskal Herria. Esa ekintza supuso un punto de inflexión que marcó el principio de la etapa, marcó la dirección de una nueva línea y permitió condicionar y golpear la estrategia del enemigo. Los partidos del Pacto de Ajuria Enea quedaron fuera de juego porque fueron incapaces de plantear una respuesta común a la ekintza y no pudieron asimilar un golpe como aquel.
El 19 de abril del 95 una bomba explotó en Madrid al paso del automóvil del entonces líder de la oposición José María Aznar, quien salió ileso. Poco después hubo elecciones generales y las ganó el Partido Popular quien desde el poder dio comienzo a una cruzada contra el nacionalismo vasco que acabó convirtiéndose en el eje central de su ideario político, el único que tiene y al que se le fue llevando poco a poco. El Pacto de Ajuria Enea comenzó a dar evidencia de su desunión, se empezaba a hablar de nacionalistas y no nacionalistas.
El 10 de julio de 1997 ETA dió un nuevo salto en su táctica realizando el secuestro y posterior ejecución del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. En los días posteriores a esa ekintza se produjeron numerosas movilizaciones en contra de la izquierda abertzale que poco a poco se fueron transformando en movilizaciones contra el nacionalismo vasco.
La ejecución de Miguel Angel Blanco no fue un error de cálculo sino un órdago lanzado al PNV que no acababa de decidirse entre la vía soberanista y la autonomista. ETA era consciente de el órdago debía ser un salto cualitativo que pusiera fin a una etapa ya agotada y abriera otra con nuevas vías por explorar. También era consciente de que un se produciría una reacción social en su contra, pero también contaba con que la clase política española no sería capaz de mantener viva esa reacción.
Con la muerte de Miguel Angel Blanco llego la muerte del Pacto de Ajuria Enea que se reunió por última vez el 17 de marzo de 1998, en su cita número 35.
Para entonces el PNV ya tenían sobre la mesa el conocido como "Documento Ardanza", en el que el entonces lehendakari planteaba que el "diálogo resolutivo" para lograr la paz "versará sobre la llamada cuestión nacional", sobre el modelo del autogobierno del que los vascos querríamos dotarnos.
A esta 'muerte dulce' del Pacto de Ajuria Enea, en el que estaban todos los partidos excepto Herri Batasuna, le siguió la gestación y firma del Pacto de Lizarra-Garazi, en septiembre de 1998, por parte de las organizaciones abertzales y Ezker Batua.
Cinco días después de la firma de este acuerdo, basado en el denominado "ámbito vasco de decisión", ETA anunció una "tregua unilateral e indefinida" que fue un acto mas de "salto hacia adelante", de ofensiva premeditada y de complicada fabricación, consecuencia de un largo proceso de años de maduración interna, de toma de pulso a otras fuerzas políticas y de contraste de alternativas.
Dicho alto el fuego se alargó por espacio de un año. Sin embargo, el 28 de noviembre de 1999, la organización armada abría de nuevo todos sus frentes y acusaba al PNV y a Eusko Alkartasuna de haber mostrado más interés en acabar con la actividad armada que en luchar en favor del soberanismo en Euskal Herria. Por lo que finalizada la tregua, también se dio por zanjado el acuerdo al que habían llegado con el Pacto de Lizarra, y supuso también a la postre la ruptura de Udalbiltza como asociación de electos municipales que se había constituido en enero de 1999. En un principio estaba integrada por electos de PNV. Eusko Alkartasuna y Herri Batasuna, pero tras la ruptura de de la tregua por parte de ETA solo los electos afines a la izquierda abertzale continuaron en Udalbiltza.
Hoy visto con perspectiva, se puede ver perfectamente que el error no fue la ekintza contra Blanco sino las prisas que ETA tuvo en las negociaciones de Lizarra Garazi y que llevaron a la ruptura del pacto. Fue un error no aprovechar esa oportunidad. Tras lo de Miguel Angel Blanco el PP fue a saco contra el nacionalismo y en muchos pueblos militantes del PNV vieron por primera vez las orejas al lobo y por primera también ellos empezaron a hablar de construcción nacional y de que el Estatuto estaba agotado y esta claro que la dirección del PNV de esa época estaba mas dispuesta a romper con el Estado que la de ahora.
Como dice Josu Zabarte, el bautizado por la prensa como "El carnicero de Mondragón": "Creo que no teníamos que haber roto, teníamos que haber seguido negociando porque era el momento de poner una piedrita. No la piedra, pero sí la piedrita"