Como bien dice Joxerra Bustillo en su excelente artículo Zaldibar como metáfora "El derrumbe del vertedero no ha sido un accidente, sino que es el fiel reflejo del modelo económico depredador que padecemos en el planeta. Un modelo basado en gran medida en la generación de residuos que es preciso esconder, aunque sea al mismo lado de una autopista como la AP8. La desgracia que ha sepultado a dos trabajadores de la empresa que gestionaba el vertedero saca a la luz el abanico de miserias en que se sustenta el capitalismo neoliberal que nos toca aguantar"
Tras nueve días desde el derrumbe, con dos trabajadores desaparecidos y un fuego sin sofocar, el departamento de Salud del Gobierno Vasco ha recomendado no ventilar las viviendas, cerrar las ventanas de noche, no hacer deporte al aire libre en las zonas de Zaldibar, Eibar y Ermua y aconseja el uso de mascarilla ya que las emanaciones de dioxinas y furanos son tóxicas y potencialmente cancerígenas.
Esto nos hace recordar que en el 2017 la plataforma de padres y madres GuraSOS advertía mediante estudios científicos que 12 sustancias tóxicas que no estaban en la Declaración de Impacto Ambiental iban a ser emitidas por la incineradora de Zubieta.
¿Os acordáis de las veces que nos machacaron diciendo que con incineradoras se acabarían los vertederos para vendernos la incineradora de Zubieta? Pues he aquí el resultado, tenemos dos incineradoras, y decenas de vertederos, la mayoría de gestión privada, que no van a desaparecer porque muchos de ellos están ligados al proyecto de las incineradoras, y todos ellos, vertederos e incineradoras, a su vez están están ligadas a las carreras empresariales de ciertos jelkides.
Conviene también recordar que hace 8 años, hubo por parte de la izquierda abertzale, un intento serio de poner en marcha un modelo de gestión de residuos que les desmontaba la cacareada necesidad de vertederos e incineradoras, pero ellos (PNV, PSE, PP) sacaron toda su artillería mediática y consiguieron llevar el debate a su terreno logrando hasta la oposición frontal de buena parte de los propios votantes de la izquierda abertzale. Tenemos el capitalismo tan incrustado en la piel que el pequeño esfuerzo demandado a los ciudadanos para un bien común, fue fácilmente transformado en una cuestión de ataque a la libertad individual. Cuando se pierde la visión de conjunto es fácil dejarse manipular por ese discurso liberal que decía que el puerta a puerta coartaba los derechos individuales porque “obligaba a los ciudadanos a amoldar sus costumbres y horarios personales a un arbitrario sistema de recogida selectiva asignada a días y horas concretos, condicionando gravemente su vida cotidiana” y olvidarse que con esta apuesta no estaba solo en juego una incineradora, sino todo un modelo de desarrollo.
Los datos que Nekane Jurado nos daba allá por el 2008 eran escalofriantes: Entre 1987 y 2006 una sola generación del PNV cementó 3.283 hectáreas de Euskadi. El PNV es el principal abanderado de Euskal Hiria, el PNV no quiere a Euskal Herria, lo que quiere es Euskal Hiria. Bajo el concepto de Euskal Hiria se esconde un proyecto que se basa en la metropolización del territorio, un proyecto que abanderando la causa de la civilización y el progreso, sacrifica el territorio y fomenta la proliferación de todo tipo de infraestructuras, es la civilización del “cuanto más mejor” que está dispuesta a sustituir tierra por asfalto, a edificar para rellenar espacios y a sacrificar en el altar de la competitividad, el presente más valioso, más escaso e imposible de reproducir: el territorio.
El caso es que muchas veces parece que no nos damos cuenta pero todos esos proyectos son muy importantes para el gran capital, la práctica nos ha enseñado que los sucesivos gobiernos regionales de Hego Euskal Herria (PNV, PSE, UPN) defienden el mismo modelo de desarrollo, ellos tienen bien claro que proyectos como el TAV, los superpuertos de Jaizkibel y Bilbao, la Supersur, Variante Sur Ferroviaria, los transgénicos, las térmicas, las incineradoras… etc son de carácter estratégico y por esa regla de tres para nosotros debería de ser también de carácter estratégico intentar paralizarlos pues esta en juego nuestra propia supervivencia como pueblo.
Cuando desde Eguzki nos enfrentamos a todos esos proyectos, a los puertos deportivos, a los campos de golf o a la ocupación de nuestro escaso espacio rural por urbanizaciones dispersas, no sólo estamos defendiendo la naturaleza, también nos estamos oponiendo a la extensión de la propiedad privada a lo que nos es esencial: el agua y la tierra. En la actual situación de nuestro pueblo estamos luchando por poner freno a un proceso de capitalización progresiva del espacio, que caso de seguir al mismo ritmo, va a imposibilitar materialmente cualquier proyecto alternativo de futuro que se asiente sobre criterios de justicia social y equilibrio ecológico. ¿Que independencia y que socialismo podremos construir en un territorio devastado que será ya incapaz de autoabastecerse y de producir alimentos básicos?
Artículo de opinión de Anderixo Gorria militante de Eguzki