Apenas despuntaba el alba cuando cientos de caraqueños que se disponían a ir a trabajar se encontraron con una desagradable sorpresa: al ir a coger el autobús, el billete no había subido un 30% como estaba anunciado, sino que los chóferes pedían hasta un 100% más por el pasaje. Era fin de mes, la crisis había dejado muchos bolsillos vacíos y el resentimiento, la frustración y el descontento acumulados provocó que aquel hecho se convirtiera en detonante de un estallido de violencia colectiva
La respuesta del gobierno no se hizo esperar: se declaro toque de queda, se suspendieron las garantías constitucionales, el ejército tomó bajo su control las ciudades más importantes y las insurrecciones fueron sofocadas por las fuerzas armadas con inusitada violencia. El “Plan Ávila” decretado por el gobierno otorgaba patente de corso a las fuerzas armadas, permitiéndoles abrir fuego para contener a los manifestantes. Durante varios días la ciudad vivió sumida en el caos, sufriendo bajo las restricciones, la escasez de alimentos, la militarización, los allanamientos, la persecución y el asesinato de personas inocentes. A día de hoy, aún no se sabe la cantidad exacta de heridos, muertos y desaparecidos, muchos fueron enterrados en fosas comunes y sin ningún tipo de registro pero se habla de varios millares de personas. La represión fue especialmente dura en los barrios pobres de la capital.
Pero ¿como se llegó a esa situación? Dicho suceso se incubó en la mal llamada “era democrática”, en la cual se dio un proceso de ensanchamiento de la brecha entre las clases sociales. Los medios de comunicación, que ya estaban en manos de las familias de los grandes monopolios comerciales nacionales, comenzaron a erigir la gran maquinaria del discurso hegemónico del consumismo que llevó al endeudamiento de la población
El modelo de alternancia bipartidista que, desde el Pacto de Punto Fijo de 1958, caracterizó las últimas cuatro décadas del siglo XX en Venezuela, tuvo como consecuencia la sucesión política de dos grandes partidos: COPEI y Acción Democrática. Supuestamente, durante cuatro décadas copeyanos y adecos habían inyectado democracia, sin embargo el "puntofijismo" se caracterizó por la abierta corrupción administrativa, la entrega de los recursos mineros petroleros del país, y las muertes, desapariciones y exiliados registrados durante su período.
La corrupción instituyó una red de complicidades en la que nadie podía acusar a nadie porque todos y todas participaban de alguna manera. Así llegó al poder por segunda vez Carlos Andrés Pérez, en medio de una grave crisis. Tratando de justificar los despilfarros realizados con los recursos del Estado y su política entreguista, Carlos Andrés Pérez decidió llevar a acabo un plan de ajuste denominado "paquete económico" que consistió en un conjunto de medidas neoliberales promovidas por el FMI y los Centros Financieros Internacionales.
Con el paquete de medidas se vendió el país al Fondo Monetario Internacional (FMI). Estados Unidos se apoderaba de todas las riquezas del país y muchas familias perdieron sus viviendas por el aumento en las tasas de los créditos hipotecarios, por lo que el pueblo ante tanta frustración y decepción, se lanzó desesperado al saqueo, a las protestas, a dejar constancia de que su paciencia se había acabado por agotar.
El Caracazo representa una quiebra en la historia nacional de Venezuela, un hecho que marca un antes y un después y ha quedado en la memoria colectiva como un hito en las luchas populares contra las clases oligárquicas, que llevaban décadas aprovechándose de las riquezas nacionales. La Venezuela de hoy, no se entiende sin saber qué pasó en aquellos fatídicos días, que dieron lugar a una cadena de acontecimientos que todavía no se han frenado. Al margen del polémico mandatario, el Caracazo está hoy más vigente que nunca. No en vano, fue una de las primeras revueltas que se dieron en el mundo contra el neoliberalismo y el Fondo Monetario Internacional.
¡¡No volverán!
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