jueves, 23 de febrero de 2017

El golpe de Estado de Tejero, un fracaso muy exitoso


La tensión en Euskal Herria impregnaba todo el escenario que llevó al 23-F. Durante 1980, la posición de Adolfo Suárez al frente del Gobierno español y de la UCD se había ido debilitando paulatinamente. Al mismo tiempo, importantes sectores del Ejército mostraban su desacuerdo con la configuración autonómica del Estado. A finales de ese año se incrementaron los rumores. En diciembre, el diario «El Alcázar» publicó un «análisis político del momento militar» en el que se afirmaba que los miembros del Ejército «habrían llegado a sentir temor por España como nación, ante lo cual la dignidad y el honor, valores substanciales del alma militar, estarían llamados a entrar constitucionalmente en juego».


El 29 de enero de 1981, Suárez dimitía de todos sus cargos. Ese mismo día, ETA militar secuestraba al ingeniero de la central nuclear de Lemoiz, José María Ryan. En Tutera, el militante de la organización armada Pepe Barros moría al estallar el artefacto que estaba manipulando. El 4 de febrero, los reyes españoles visitaron la Casa de Juntas de Gernika. Al comienzo del discurso de Juan Carlos de Borbón, los electos independentistas entonaron el «Eusko Gudariak», siendo desalojados por el servicio de seguridad privado -los berrozis- del PNV. Ese mismo día era detenido un joven de Zizurkil llamado Joxe Arregi; moriría diez días después a causa de las torturas sufridas en dependencias policiales. Entre tanto, poco antes de la medianoche del día 6 era hallado el cadáver de Ryan, con un tiro en la nuca. Y ya el día 20, ETA político-militar secuestraba a tres cónsules. Este clima al rojo vivo marcaba la sesión parlamentaria del 23 de febrero, en la que Leopoldo Calvo Sotelo iba a ser investido como sucesor de Suárez al frente del Ejecutivo español. Pasadas las 18.00, un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero entraba y retenía a todos los diputados allí presentes. Los entresijos de este operativo no han sido nunca suficientemente aclarados.

Las leyes y el Borbón

La intentona golpista no prosperó, pero ello no significa que fuera un fracaso. El «tejerazo» cumplió su objetivo de poner freno a cualquier tipo de concesión a los denominados «nacionalismos periféricos». Frutos inmediatos fueron la LOAPA, que ponía freno al proceso descentralizador, y la luz verde a las Fuerzas Armadas españolas en la «intensificación y vigilancia de los espacios fronterizos y marítimos en las zonas más afectadas por el terrorismo», lo que supuso un amplio despliegue militar intimidatorio en Euskal Herria. Poco después se aprobaba la Ley de Defensa de la Democracia con tan sólo tres votos en contra, entre ellos el del diputado Juan María Bandrés (EE) recientemente fallecido. Y el 29 de mayo, la Ley de Estados de Alarma, Excepción y Sitios, que autorizaba la suspensión personal de las garantías al detenido y permitía al Ejército asumir funciones judiciales.



A nivel personal, el gran beneficiado del 23-F fue Juan Carlos de Borbón, quien siete horas después de la ocupación del Congreso pronunció un discurso por televisión en el que mostraba su respaldo al «orden constitucional» y a la «legalidad vigente». 

Fuente: Gara: Imanol Intziarte y Ramón Sola

martes, 14 de febrero de 2017

Txus Congil memorian bizirik bizi

Su reloj se paró definitivamente el 14 de febrero del 2011. Mientras el reloj de su vida estuvo en funcionamiento Txus lo dedicó a dos grandes causas: Euskal Herria y a la defensa y protección de los más débiles. Sus capacidades eran grandes y hubiese podido optar a puestos políticos o académicos de relumbrón, pero su sentido del deber para con este pueblo le hicieron estar con las causas, que aunque no dejaban dinero ni posición social, le dieron la satisfacción de haber hecho lo que era necesario hacer.


Hernaniarra de nacimiento, cursó la carrera de Magisterio y desde muy joven trabajó como técnico municipal en el Ayuntamiento de Hernani dentro del campo de las drogodependencias. Txus Congil, gran hombre idealista, hizo de su vida una cruzada sobre la acción preventiva y educativa, encaminada a rescatar a personas atrapadas en la dura red de las drogodependencias. Fue uno de los creadores de Askagintza, cuyos orígenes datan de la década de los 80, época en la cual parte de la juventud vasca, atraída por la heroína, cayó en una adicción fatal que fue destruyendo poco a poco sus vidas, y dejó mucha gente en el camino.


Askagintza fue la organización pionera en superar discursos y practicas banalizadoras y prohibicionistas y en trabajar en el ámbito de la prevención de las drogodependencias así como en la denuncia de las complicidades políticas y policiales en el tráfico de drogas. Al mismo tiempo que desarrollaban programas y proyectos de acción preventiva junto con las instituciones, también fueron el azote de narcotraficantes como Rodríguez Galindo.


La historia reciente de Euskal Herria no podía entenderse sin la participación de Txus y su entrega sin límites en el ámbito de la prevención de las drogodependencias. Askagintza con Txus Congil a la cabeza estuvieron siempre ahí, con los drogodependientes, poniendo el acento en las personas y en los contextos y no en las sustancias, ayudando a desdramatizar y desculpabilizar a las personas drogodependientes, y aportando dosis de objetividad y responsabilidad, optando por un aprender personal y colectivo a vivir libres en una sociedad con drogas.


Txus Congil murió en el 2011 pero todavía hoy se utilizan unidades didácticas suyas en los centros de  estudio con el objetivo de prevenir sobre todo el consumo abusivo de alcohol y otras sustancias como modo de diversión.

Fuente: Recopilación de distintas fuentes




sábado, 4 de febrero de 2017

Los palos que despiertan la tierra. Agate Deuna Bezpera.


El 5 de febrero es el día de Santa Ageda, aunque en Euskal Herria la fiesta comienza de víspera. La tarde-noche del 4 de febrero los pueblos se abarrotan de coros y cuadrillas que recorren las calles y los barrios cantando coplas en honor a la mártir siciliana, a quien la leyenda cuenta, que un tirano cortó los pechos por no acceder a sus deseos.


En origen se trataba de una jornada de afirmación de la mocedad hasta el punto que en algunos pueblos el alcalde cedía la vara de mando a un joven para que durante todo el día ejerciese de primera autoridad. Eran jóvenes en edad de ir a realizar el servicio militar (los quintos) los que se agrupaban e iban de puerta en puerta cantando coplas y recogiendo dinero o diferentes viandas para realizar una comida o merienda.


Hacia la década de los años sesenta, coincidiendo con una mayor incorporación de las féminas a todo tipo de actos, y del auge del nacionalismo, la popularidad de la fiesta aumentó de forma considerable. El resultado de las eskeas se empezó a destinar para las ikastolas, para los presos políticos y sus familias y para todo tipo de causas sociales.


A pesar del toque religioso de las coplas, esta fiesta conserva y refleja el rito pagano de golpear el suelo con las makilas. Un golpeo rítmico y penetrante que quiere despertar a la naturaleza del letargo del invierno. Es el tiempo del despertar de la Tierra, la transición entre el invierno y la primavera. Antes de que el cristianismo llegase a tierras vascas, sus gentes ya celebraban ritos en mitad del invierno que buscaban el retorno de la luz, por lo que la tierra era golpeada con palos y azadas para hacerla despertar poco a poco y poner fin a la época de oscuridad.


Fuente: Recopilación de distintas fuentes.