En plena polémica por el asesinato de Iñigo Cabacas por parte de la Ertzaintza, y mientras esta intentaba limpiar su imagen criminalizando a la víctima y al resto de personas que se encontraban en el callejón de Mª Díaz de Haro primero y echándole la culpa a material defectuoso después, el comisario de la Brigada Móvil de los Mossos d'Esquadra Sergi Pla dio con la clave de todo este asunto cuando en una entrevista afirmó sin ningún rubor que la policía "siempre gana" porque es la que ejerce la violencia legal.
Para dicho comisario las prácticas represivas policiales están justificadas ante cualquier resistencia a la autoridad por muy pacífica que esta sea, porque para Pla, lo único pacífico es que quien proteste deje de hacerlo cuando la policía llega y lo ordena. Todo lo demás es violencia y debe ser reprimido.
Todas estas declaraciones iban en consonancia con las declaraciones del conseller de Interior catalan, Felip Puig que por esas mismas fechas proponía restringir el derecho de reunión en la lucha contra el vandalismo y con las de el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz el cual comenzó a anunciar que habría recortes en el derecho a la protesta ciudadana. Son declaraciones que venían advirtiendo que en el actual periodo de conflictividad social en el cual las movilizaciones y protestas van a ir en aumento, el papel de la policía va a ser el de la pura y dura represión.
En menos de siete meses, pudimos ver como los Mossos cargaban brutalmente contra los “Indignados” en Plaza Cataluña, la Policia Nacional hacía lo propio en Valencia contra estudiantes de bachiller que reclamaban calefacción en las aulas. Y la Ertzaintza se encaramó al liderato de este ranking macabro poniendo una muerte como marca a batir. Desde entonces la escalada represiva no ha hecho sino aumentar con cada recorte y decretazo.
Hay personas que creen que esas cargas policiales fueron brutales porque hay agentes que se extralimitan en sus funciones, otras personas creen que dichas tropelías son producto del pasado franquista que aun da coletazos, sin embargo, el hecho de que la policía golpee y lo haga violentamente cuando la ocasión lo requiere, es producto de la propia concepción de Estado.
El monopolio de la violencia (en alemán: Gewaltmonopol des Staates) es la definición de Estado expuesta por Max Weber en una de sus tesis, tesis que ha sido predominante en la filosofía del derecho y filosofía política en el siglo XX. Max Weber en su estudio define al Estado moderno como una asociación de carácter institucional que monopoliza la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, reúne todos los medios materiales necesarios. Por lo tanto según Weber, el Estado es la fuente de la legitimidad del uso de la violencia y la policía y los militares son sus principales instrumentos.
Las tesis de Max Weber son las tesis en las cuales se basa el Estado Burgues de hoy en día, Weber teorizó sobre el sistema capitalista, lo definió como el más eficiente de los posibles y lo vinculó al racionalismo occidental. Según esa concepción, la empresa capitalista se basa en el cálculo racional y por eso necesita normas fijas que eviten causalidades perturbadoras y definan el espectro de lo previsible. Por eso la empresa capitalista necesita de un Estado donde el administrador tenga un comportamiento calculable, este sometido a la norma y a la burocracia y sobre todo necesita poseer el monopolio de la violencia. La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico y las fuerzas de seguridad representan el Monopolio de la violencia que según Max Weber es la característica definitoria del Estado moderno.
Está claro que de aceptarse el sistema de valores imperantes como el único referente para medir lo positivo o lo negativo, lo bueno y lo malo del recurso de la violencia, la conclusión será siempre la misma: la violencia ejercida por la base social será siempre reprobable, es decir que todo aquel que utiliza la violencia sin ser Estados u organizaciones estatales se convierte automáticamente en terrorista.
En definitiva, creo que ya va siendo hora de que asumamos la definición de Max Weber, en el sentido de la «Gewaltmonopol des Staates», o monopolio de la violencia, y que nos vayamos dando cuenta de que el problema no es que la policía reprima, sino que el problema es el propio Estado” (como maquinaria de dominación burguesa) y también es hora de que vayamos abordando el debate sobre la violencia trascendiendo el límite de la moral establecida y desmitificando el uso de la violencia por parte de las masas, ubicándola en su justo contexto como fenómeno socio-político.