El asesinato de Iñigo Cabacas por parte de la Ertzaintza esta
haciendo correr ríos de tinta y se he abierto un debate en la
sociedad sobre el papel que desempeñan las fuerzas de seguridad.
Llevamos
unos meses, asistiendo a un aumento de la protesta social provocada por
la crisis y agudizada por las políticas neoliberales que día tras
día recortan derechos laborales y sociales, lo cual ha llevado a
un recrudecimiento de la represión policial hacia todo tipo de
protestas. En épocas de crecimiento económico la protesta social es
menor y llevada a cabo por organizaciones consideradas como "radicales" y
antisistema por lo que gran parte de la sociedad es ajena a la
represión policial ya que ésta es selectiva pero en épocas de crisis la
protesta social aumenta y entonces la represión pasa de ser selectiva a
ser indiscriminada.
Con la escalada represiva que la
sociedad ha sufrido en los últimos meses, parece que de repente una gran
cantidad de ciudadanos han visualizado que las fuerzas de seguridad no
están solo para las tareas típicas para las cuales les presenta la
propaganda institucional: luchar contra el crimen organizado, el
narcotráfico y el terrorismo, sino que también están para mantener del
orden público, o sea para mantener las calles libres de manifestantes
que protestan por la pérdida de derechos.
La definición de
fuerzas de seguridad no deja lugar a dudas, las fuerzas de seguridad
son los organismos públicos que funcionan como brazo ejecutivo del Poder
Judicial, empleando la fuerza para hacer cumplir la ley. A emplear la
fuerza para cumplir la ley se le llama represión por lo tanto fuerzas de
seguridad y fuerzas represivas son sinónimos. Esas fuerzas represivas
son el instrumento del que se sirve el Estado para castigar el “delito”
de atentar contra el orden establecido y la propiedad privada, las
fuerzas represivas representan el Monopolio de la violencia que según
Max Weber es la característica definitoria del Estado moderno.
El
Estado moderno burgués nació para dar cabida al sistema capitalista, un
sistema que se caracteriza por tener múltiples expresiones que van
desde la socialdemocracia al fascismo pasando por el liberalismo y que
según como sean las coyunturas sociales en las que el sistema se haya
inmerso, el capitalismo utilizará la expresión mas adecuada para sacar
el máximo rendimiento.
Tras la caída del muro de Berlín el
sistema capitalista consideró que ya no era necesario mantener las
mascaras de la socialdemocracia y el Estado del bienestar que el
crecimiento sostenido de la economía de Europa occidental posibilitó y
comenzó un lento proceso de limitación de derechos a los ciudadanos, de
imposición de las leyes inexorables del mercado frente a las políticas
sociales, del recorte de los logros laborales de los trabajadores, y de
la conversión de la democracia representativa en un mero ritual
electoral subyugado a los intereses de los que realmente deciden: las
multinacionales y sus grupos de poder. Esta expresión del capitalismo se
llama neoliberalismo y de ahí al fascismo hay muy poco trecho.
El
fascismo es "la expresión mas elevada del capitalismo", o, dicho de
otra manera, su "rostro sincero", el rostro que solo muestra cuando las
circunstancias le obligan, el rostro que solo muestra cuando los
ciudadanos exigen demasiados derechos y libertades y ponen contra las
cuerdas a los que acaparan los medios de producción y sus réditos. La
historia nos demuestra que el malestar social por la crisis puede
desembocar en revueltas de distinto calado y que cuando esas revueltas
exigen derechos y libertades y le disputan al estado parte de su
monopolio de la violencia, el estado actúa para recuperarlo en forma de golpe militar e imponiendo una dictadura
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