Doris Benegas Haddad, activista y militante política, reconocida por su lucha por la liberación de género, la liberación social y la liberación nacional de los pueblos del Estado español nos dejó el 29 de julio de 2016 tras una lucha incansable no solo contra el capitalismo y el patriarcado sino también contra el cáncer y la enfermedad.
En muchas ocasiones recordamos a antiguas luchadoras como ejemplo de mujeres referentes, valientes y empoderadas, que se enfrentaron a las injusticias. Solemos recurrir a mujeres que vivieron hace muchos años - Clara Campoamor, Dolores Ibárruri o Manuela Malasaña - y nos olvidamos de las mujeres que se enfrentan a las injusticias sociales en la actualidad, o que lo han hecho hasta hace muy poco tiempo.
Uno de estos ejemplos es el de Doris, que falleció a los 64 años tras una lucha incansable no solo contra el capitalismo y el patriarcado sino también contra el cáncer y la enfermedad. Nada se interpuso ante ella, y hasta el último de sus días se le recuerda como un ejemplo de persona, profesional, militante política y activista social. Doris se alzó como un referente de mujer empoderada allá donde se encaminaba y defendió todos los ámbitos posibles de derechos del pueblo trabajador
Cuando dio a conocer Izquierda Castellana (partido de Doris Benegas desde su constitución en el año 2000) la triste noticia a través de las redes sociales, numerosas plataformas sociales, políticas y sindicales, al igual que relevantes figuras, reconocieron su militancia. Porque Doris no solo llegó a su entorno más cercano o a su localidad, Doris se alzó como un referente de mujer empoderada allá donde se encaminaba, y defendió todos los ámbitos posibles de libertades y derechos del pueblo trabajador, aunque con especial dedicación los derechos de las mujeres.
Quienes la conocieron siempre la han definido como una “verdadera revolucionaria: comunera, feminista y socialista”. Su biografía se ha difundido por Izquierda Castellana por las redes sociales, y hace unos meses se publicó el libro Doris Benegas: Una luchadora del pueblo, que relata cada etapa de su vida, coordinado por Pablo Arroyo y que cuenta con anécdotas escritas por su compañero sentimental e ideológico, Luis Ocampo, su hija Elena, y figuras relevantes políticas como Arnaldo Otegi, Alfonso Sastre o Joan Tardá.
En 1956, la familia de Doris decide volver al País Vasco, a la ciudad de San Sebastián, donde vive el resto de su infancia y juventud. En el año 69 comienza sus estudios de Derecho, y también comienza - posiblemente marcándole el resto de su vida - su militancia en los Comités de Estudiantes Revolucionarios de Gipuzkoa y en Komunistak-Movimeinto Comunista.Se interesó en temas sociales y políticos, especialmente en la lucha contra la violencia contras las mujeres y en el mundo laboral
Sin saber si primero estaba la activista o la abogada, Doris se interesó en temas sociales y políticos, especialmente en la lucha por la violencia contras las mujeres y en el mundo laboral, aunque no dudó en trabajar en luchas vecinales, contra el narcotráfico, por el antifascismo, la defensa de militantes políticos de izquierda e independentistas, o en el aceite de colza como ejemplo de cualquier tema que supusiera un grave ataque a la clases populares y trabajadoras.
En 1974, comienza a trabajar en la factoría de FASA-Renault, donde fue despedida por su participación en las huelgas y luchas obreras, en un momento de gran conflictividad social y laboral, donde Doris tuvo un papel protagonista. Tras aplicársele la Ley de Amnistía en 1977, Doris regresa a FASA, aunque no por mucho tiempo ya que en 1981 volvió a ser despedida por los mismos motivos. En ambos casos ganó el juicio posterior contra la empresa.
Doris pasa a trabajar en el terreno profesional y político en casos del ámbito laboral, ejerciendo desde el Derecho la defensa de un buen número de trabajadores despedidos, teniendo un papel destacado en el movimiento obrero y sindical. Fue punto de mira. A mediados de la década de los setenta abre en Valladolid un despacho jurídico en la calle Matias Sangrador. En diciembre del 79 este despacho fue incendiado por un grupo fascista.
En 1976, se incorpora al Instituto Regional de Castilla y León, donde participa en la organización del primer “Día Nacional de Castilla” en las campas de Villalar de los Comuneros, que fue prohibido por el gobernador civil. Pese a todas dificultades, unos pocos centenares de personas, entre los que se encontraba Doris, avanzaron hacia el pueblo de Villalar, cercado por la Guardia Civil patrullando a caballo.Otras formas de hacer política, con una ruptura con el régimen franquista y el reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado español
Viviendo en Valladolid y formando parte de estos episodios, Doris comienza a formar un proyecto político en el que entiende el Estado español como un Estado plurinacional y Castilla como sujeto político de él. Así, las diferencias con el MC llevan a un buen número de grupos de militantes a abandonarlo, apostando por otras formas de hacer política que se vieran traducidas en una ruptura con el régimen franquista, planteando la necesidad del reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado español y del derecho de autodeterminación de los pueblos que lo componen, entre ellos, el reconocimiento nacional de Castilla como sujeto político.
Con el tiempo, estas ideas acaban formando Unidad Popular Castellana en el año 1985 y en la creación de Izquierda Castellana en el año 2000, partido en el que siempre ha destacado su militancia. Y con el tiempo, continúa avanzando la formación del Movimiento Popular Castellano, con Yesca como organización juvenil y Mujeres Castellanas como organización feminista.
Pero y si aun más sobresale, es por su papel en el movimiento feminista. En la década de los setenta contribuye a la formación de las primeras organizaciones feministas de Valladolid como el Movimiento de Liberación de la Mujer y participa en la organización del primer Día Internacional de la Mujer Trabajadora que se celebró en Valladolid el 8 de marzo de 1977. En los años 80 constituye Mujeres Castellanas y contribuye a la creación de la agrupación de mujeres abogadas de Valladolid en 1993, incorporándose también a la asociación de mujeres juristas. Y en 1994 a la Asociación de víctimas de agresiones sexuales y malos tratos (ADAVASYMT), que desde entonces ha ayudado a miles de mujeres víctimas de violencia machista.
Nadie podrá decir que no fue una mujer rebelde, una valiente que no temía a la adversidad, una persona combativa que, como ella decía, supo “estar donde tenía que estar y con quien tenía que estar, sin perder el tiempo en su camino por avanzar hacia el socialismo, contribuyendo con sus esfuerzos a construir una sociedad más justa y democrática”.
Fuente: Público