Este cuadro de Jan Mostaert retrata una de las alegorías bíblicas: La expulsión de Agar e Ismael por parte de Abraham.
Abraham, considerado como el primero de los patriarcas, estaba casado con Sarah. Esta pareja tenía una esclava egipcia de nombre Agar y los tres vivían solos porque Sarah tenía un problema de infertilidad. En vista de esto, Sarah decidió ofrecerle a Abraham su esclava para que tuviera hijos, en lo que se puede considerar la primera mención sobre maternidad subrogada de la historia.
-Abraham, como Dios no me ha dado hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones sexuales con ella. Según nuestras costumbres, cuando ella tenga un hijo ese niño será mío, porque ella es mi esclava.
Abraham estuvo de acuerdo. Entonces Sarah tomó a su esclava y se la entregó a su esposo que se acostó con Agar, y ella quedó embarazada de un niño que se llamó Ismael.
Sin embargo años después Sarah y Abraham consiguieron tener su propio hijo, Isaac, lo cual provocó un comportamiento de menosprecio de Ismael hacia el pequeño, ante lo cual Sarah pidió a Abraham que los echara del hogar:
–Echa a esta escalva y a su hijo, pues el hijo de esta esclava no ha de heredar junto con mi hijo Isaac.
La maternidad subrogada que tanta polémica está levantando estos días, está construida sobre esta antigua noción patriarcal de la reproducción. El llamado derecho maternal o paternal, en sí mismo, no deja de ser otra manifestación de la ideología patriarcal y machista.
El humanismo laicista aborda este asunto desde la perspectiva de la liberación sexual y huyendo de los modelos patriarcales de la sociedad. Los vientres de alquiler constituyen una práctica donde los ricos del mundo utilizan a las mujeres de los países pobres y a las clases inferiores como criadoras para tener hijos genéticos. Es un retorno al principio del patriarcado, donde las mujeres de rango inferior eran consideradas meras criadoras
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