Aquel 27 de Agosto de 1893 era domingo, era día de toros en Donostia y había concierto de la Banda Municipal en el kiosko del Boulevard cuando un grupo de oyentes se dejó sentir pidiendo que tocaran el Gernikako Arbola.
A pesar de la petición del público presente y por orden de Alcaldía, queriendo evitar cualquier ofensa al monarca español, que a la sazón veraneaba en Donostia, el director de la Banda Municipal se negó a tocar el Gernikako Arbola alegando que estaba fuera del programa.
Ante la negativa, la tensión fue creciendo, el publico increpó a los músicos y unos jóvenes hicieron explotar unos petardos. El intento de celadores y serenos de detenerlos desembocó en graves altercados que obligaron al Gobernador a ordenar la libertad de los detenidos.
Tras acabar el concierto se organizó una manifestación que a la voz de ¡Viva los Fueros! y ¡Muera Sagasta! dirigió la muchedumbre hacia el hotel de Londres donde se hospedaba el jefe del partido liberal español y del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, el cual siguiendo la estela real había decidido veranear en Donostia la capital de moda entre la aristocracia.
La presencia de las fuerzas del orden no impidió la concentración de manifestantes que creció al mismo ritmo que aumentaba la atmósfera violenta, con lanzamiento de piedras contra el hotel. Los intentos de saltar la verja para penetrar en él, fueron repelidos con disparos al aire, hasta que una treintena de guardias civiles apareció, pasada la medianoche, disparando a la muchedumbre, durando los altercados hasta las 4 de la madrugada. El balance final fue de tres muertos y numerosos heridos. Los nombres de los tres muertos, Vicente Urcelay, Rufino Aspiazu, Justo Perez quedaron en la memoria popular de las gentes.
En días sucesivos, las manifestaciones fueron constantes, disueltas por la caballería de la Guardia Civil a sablazos, dejando numerosos heridos y detenidos. El ayuntamiento de la ciudad tuvo que intervenir, pidiendo la retirada de las fuerzas del orden el 30 de agosto, bajo el compromiso de interceder para calmar los ánimos. Mientras tanto, las manifestaciones de apoyo se extendieron a poblaciones carlistas que se solidarizaron, llegando el eco de las protestas a Bilbao donde incluso se llegaron a pedir armas a la Diputación.
Gipuzkoa toda y Bizkaia se extremecieron de indignación ante los hechos ocurridos. Por sus villas más importantes se manifestaba el pueblo con mueras al gobierno sagastino y entonando el Gernikako Arbola, los elementos militares atacaban sin piedad pero el pueblo se mantenía firme en las calles. Sabe dios lo que hubiera ocurrido en Euskal Herria de haber estado sembrada para entonces la semilla del nacionalismo. Esta fue sin duda, la última sacudida popular fuerista..
Fuente: Auñamendi Eusko Entziklopedia