La versión oficial habló de suicidio. En una carta escrita por él mismo aseguraba que en agosto había sido detenido, drogado y, posteriormente, liberado por la Ertzaintza para ser utilizado como "señuelo". El 26 de septiembre de 1993, fallecía en Bilbo Xabier Kalparsoro, tras caer por una ventana desde la comisaría de Indautxu, en manos de la policía española. Días antes fue visto en Gasteiz, en una situación desesperada y bajo un intenso cerco policial que consiguió burlar. ¿Qué ocurrió durante aquellos días previos a su muerte?
La muerte del militante abertzale coincidió con el homenaje a Gurutze Iantzi, que había fallecido dos días antes en manos de la Guardía Civil. ¿Pero qué sucedió durante ese mes? Hala Bedi desveló, 26 años después, más información sobre el caso: lo acontecido en Gasteiz entre finales de agosto y comienzos de septiembre, gracias a vecinos anónimos que estuvieron con Anuk durante aquellos días y han querido contar lo sucedido.
Tras 26 años sin la verdad ni el reconocimiento oficial en torno a la muerte de Anuk, estas personas han querido realizar un ejercicio de memoria histórica, para arrojar más luz sobre este episodio de la guerra sucia que implicó por primera vez a la Ertzaintza y a responsables políticos del PNV y el Gobierno Vasco.
Sobre el caso de Anuk planea la sombra de algunos altos cargos de la época, como Juan María Atutxa, entonces Consejero de Interior, o Joseba Goikoetxea, sargento mayor de la Ertzaintza y fallecido meses después en el primer atentado de ETA contra un miembro de la policía autonómica vasca.
La muerte de Anuk fue una herida abierta que, a pesar de haber sido ignorada por la historia y silenciada por la prensa durante más de dos décadas, marcó un antes y un después en la historia del conflicto, agudizando el enfrentamiento de la izquierda abertzale y ETA contra el PNV y la Ertzaintza.
Verano 1993: la otra película
El año 1993 es un año clave para ETA en su proceso de reconstrucción, tras las importantes operaciones policiales desarrolladas en su contra durante aquella época. El año anterior, concretamente en marzo de 1992, se había producido la detención de su dirección en Bidart, uno de los mayores golpes sufridos por la organización armada a lo largo de su historia.
Sin embargo, poco a poco, la organización recupera su actividad, que incluye secuestros, como el del industrial Julio Iglesias Zamora -entre julio y septiembre del 93-, que desencadenarían el nacimiento del ‘lazo azul’, mientras se intensificaban las protestas contra ETA y la persecución contra la izquierda abertzale.
Una estrategia contra la izquierda abertzale, resumida en el esquema de “demócratas y violentos”, que implicaba cada vez más al PNV, al Gobierno Vasco y a la propia Ertzaintza, al calor del Pacto de Ajuria Enea, firmado en 1988.
Durante el año 1991, Xabier Kalparsoro (Zumaia, 1966), hasta entonces militante de Jarrai, se había refugiado en Iparralde, donde se integraría en ETA. Meses más tarde, durante el verano de 1993, llega a Gasteiz con la encomienda de crear una cierta infraestructura de la organización en el territorio.
Kalparsoro tiene un perfil poco habitual en un militante de ETA desplazado desde Iparralde a Hegoalde. No tiene causas abiertas ni se le atribuyen acciones de su organización. En caso de ser detenido, los delitos a los que se enfrentaría serían de pertenencia a banda armada y posesión de una pistola.
La verdad sobre Anuk y su paso por Araba
Durante los meses que dura su campaña en Gasteiz, se aloja en casa de una compañera y aprovecha para ir tejiendo una red de contactos. Sin embargo, y según su propio testimonio, en algún momento del mes de agosto, percibe presencia policial en torno a su persona, hasta que la última semana de mes es detenido en las proximidades de Laudio.
Según contaría más tarde a sus compañeros, Kalparsoro estuvo tres días detenido en lo que él calificaba como “una base militar en campo abierto”. Una descripción geográfica que, en Euskal Herria, encajaría con pocos lugares. Podría tratarse de Berrozi, en Bernedo (Araba), base de las fuerzas especiales de la Ertzaintza y cuyos terrenos son propiedad del Departamento de Interior del Gobierno Vasco. Un enclave paradigmático del oscurantismo que acompañó la lucha antiterrorista.
“Los zipayos me detuvieron, me drogaron, hipnotizaron, lavaron el cerebro o lo que sea, y me volvieron a dejar en la calle. Me han estado y me están utilizando”
Allí, según su testimonio, fue interrogado y drogado. Posteriormente, el 28 de agosto, es puesto en libertad, para su asombro y pavor. La carta que escribió el propio Anuk, remitida a la dirección de ETA y publicada -parcialmente- en octubre por EGIN describe: “Los zipayos me detuvieron, me drogaron, hipnotizaron, lavaron el cerebro o lo que sea, y me volvieron a dejar en la calle. Me han estado y me están utilizando”. Su espeluznante relato sobre la detención incluía haber sido drogado y haber perdido la conciencia sobre lo que podía haber contado en los interrogatorios
Aunque la detención no trascendió públicamente, el 30 de agosto, varias llamadas anónimas de dudosa procedencia, realizadas al diario EGIN, alertan de la detención en Laudio de un refugiado politico vasco conocido como ‘Anuk’. La incertidumbre comienza a planear sobre el caso.
En estas circunstancias, Xabier Kalparsoro llama por teléfono a la persona que lo alojaba en la capital alavesa para que vaya a recogerle. Al dia siguiente, consciente de su delicada situación, decide abandonar el domicilio en el que se encontraba y vaga durante todo el día, sintiéndose “una lombriz en un sedal”, en una situación kafkiana y desesperada, bajo un intenso seguimiento policial. Al parecer, sus movimientos estaban siendo vigilados con la intención de obtener información.
A última hora de la noche, un encuentro fortuito con un antiguo conocido en un bar del barrio de Errota, propicia que, sorprendentemente, Kalparsoro rompa el cerco policial.
Durante unos días, encuentra refugio seguro, dejando atrás los seguimientos. Sin embargo, una serie de acontecimientos y su propia situación de paranoia y desesperación -quienes lo vieron aquellos días afirman que estaba “hecho un cromo”- llevan a Xabier a pensar que la gente que le está dando refugio podría formar parte del operativo policial desarrollado tras su detención.
Ante esta situación, en un momento dado, Kalparsoro abandona el lugar donde estaba siendo refugiado, y continúa su precaria huida, bajo el temor de que sigue siendo vigilado por la policía.
La muerte de Xabier Kalparsoro ‘Anuk’
Días más tarde, sus pasos le llevarán hasta Durango, donde a las 20.00 horas del 23 de septiembre es detenido por la policía municipal tras la llamada de un vecino alertando del intento de robo de un vehículo. Una detención casual que revela la precaria situación de Anuk y su voluntad, ante el temor de que sigue vigilado, de no querer recurrir a los recursos de su organización.
Mientras está siendo detenido en la calle por la Policía Municipal, se identifica y advierte a quien pueda escucharle que es militante de ETA.
Ya en las dependencias de la policía municipal de Durango los acontecimientos se suceden vertiginosamente.
Aunque se trata del primer cuerpo al que se dirigen los responsables de la comisaría de Durango, la Ertzaintza no se hace cargo del detenido. Según declararía más adelante, ante el juez, uno de los agentes que participaron en su detención, Kalparsoro fue interrogado “por tres ertzainas de paisano que acudieron para su identificación”.
Posteriormente, según el mismo testimonio, es visitado por los diferentes cuerpos policiales, que “acudieron a primeras horas de la noche, poco después de efectuarse el arresto”.
Finalmente, es la Policía Nacional quien se hace cargo del detenido, a las 23.45 horas. Esa misma noche, a las 2.50 horas, Xabier Kalparsoro ‘Anuk’ ingresa con heridas mortales en el Hospital de Basurto, tras caer por una ventana desde el segundo piso de la comisaría de Indautxu, en Bilbo.
Simultáneamente, también es detenida la persona que alojaba a Xabier en Gasteiz, aunque no así las personas que, presumiblemente, le ayudaron a escapar.
Silencio mediático: preguntas sin respuesta
¿Significa esto que ahí se rompió el sedal policial? ¿Podríamos afirmar que la policía perdió la pista de ‘Anuk’ en Gasteiz? ¿Se trató aquello de un experimento para aplicar nuevas formas de tortura ante una nueva fase de la ‘lucha antiterrorista’? ¿Algo salió mal y decidieron que alguien debía deshacerse de Anuk?
Son preguntas que llevan 26 años sin respuesta. Interrogantes que han sobrevolado la memoria de muchas de las personas que conocieron a Anuk, como es el caso de quienes coincidieron con él en Gasteiz durante aquellos días y hoy han decidido ayudarnos a recordar.
El caso fue eficazmente silenciado, salvo por el diario Egin, y hoy es el día en que las informaciones que podemos encontrar sobre el mismo en internet son escasas, parciales e incompletas. La otra persona detenida en Gasteiz nunca fue enjuiciada, a pesar de que lo habitual, en situaciones semejantes, era que los distintos cuerpos policiales presentasen graves acusaciones de “colaboración con banda armada”. Nadie más fue detenido en aquella operación.
Se pudo buscar la verdad. Se optó por el silencio. La versión oficial habló de suicidio, y las investigaciones abiertas quedaron en pequeñas condenas por “negligencia”. Nunca se llegó al fondo del asunto. El hedor a cloacas del estado quedó aderezado con label vasco. Y el único medio de comunicación que se atrevió a hablar sin tapujos sobre el caso, el ya mencionado diario EGIN, fue clausurado en 1998 por orden de la Audiencia Nacional española. Años después, el caso de Anuk cayó en el olvido que trae consigo el silencio.
Se abrió la caja de Pandora
Entre las distintas tipologías de víctimas de “La Guerra del 58”, como algunas personas se refieren al conflicto político y armado desarrollado en Euskal Herria durante la segunda mitad del siglo XX hasta -prácticamente- nuestros días, uno de los grandes tabúes es el que concierne a militantes de ETA sospechosamente ejecutados extrajudicialmente.
En este sentido, Xabier Kalparsoro no sería ni el primero ni el último, pero las circunstancias que rodearon su muerte hicieron de la misma un punto de inflexión en el propio desarrollo del conflicto vasco.
De las circunstancias y el contexto que rodearon su muerte, ETA infirió una responsabilidad directa de la Ertzaintza y sus mandos políticos, y respondió con ataques que conmocionaron a la sociedad vasca.
Todo ello causó una falla brutal entre la izquierda abertzale y, particularmente, el PNV, que marcaría la década de los 90. En este sentido, a partir de 1993, se produjo un recrudecimiento del conflicto armado y la clase política se convirtió en uno de los principales objetivos de ETA, que continuaría en activo hasta el cese definitivo de su actividad armada en el año 2011.
28 años después de la muerte de Xabier Kalparsoro, sus familiares y amigos siguen esperando verdad y justicia. Aunque para algunos ya será tarde, como es el caso de Maite Golmaio, su madre, fallecida en el 2018.
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