Gau beltza o Arimen gaua. La noche negra o de las almas no es una invención norteamericana, hasta hace pocas décadas era habitual que la tarde-noche del 31 de octubre, la víspera del Día de Todos los Santos, los chavales se dedicaran a asustaran a los vecinos también en Euskal Herria.
Los relatos varían ligeramente, pero todos coinciden en que era una costumbre muy extendida en muchos pueblos hasta mediados del siglo XX. Sobre todo en las zonas rurales y en los caseríos se mantuvo la tradición de vaciar calabazas, patatas y remolachas para introducir velas la víspera del día de Todos los Santos. Después, las dejaban en los huertos de las casas o los caminos, con el objetivo de gastar bromas a la gente. Esta tradición se llevaba a cabo durante todo el otoño, aunque durante los días de los muertos y las ánimas se intensificaba.
Ese día, las familias comían castañas y también existía la costumbre de que los niños fueran casa por casa pidiendo un regalo. No había por supuesto nada similar al truco o trato, y tampoco es que consiguieran demasiados caramelos. Pero algunos frutos secos ya era suficiente botín para volver a casa satisfechos.
Aunque la celebración de Gau Beltza parezca algo trivial, en realidad se trata de una forma de homenajear a los muertos, algo que es tabú en muchas culturas. De esta forma, aunque sea mediante disfraces y golosinas, los más pequeños tienen la oportunidad de familiarizarse con este tema. Por ello desde Euskaltzaleen Topagunea se han propuesto que para "la noche de los muertos" recuperemos las fiestas que un día tuvimos aquí, en diferentes pueblos de Euskal Herria, y con el lema Beldurrak piztu, iluntasuna bizi, y a través de material y documentación con pautas y ejes para recrear estas tradiciones, la asociación facilita a cualquier municipio o grupo de personas la celebración de Gau Beltza pues las tradiciones populares encierran un rico legado de nuestra antigua cultura que nos ayuda a descifrar quien somos.
Fuente: Euskaltzaleen Topagune, Jaime Altuna Ramírez y Josu Ozaita Azpiroz
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