Sesenta años después de la firma del Tratado de Roma, no tenemos nada que celebrar ya que dicho tratado solo sirvió para consolidar los intereses capitalistas de la Europa de los mercaderes, que no son de los Estados miembros, ni mucho menos. Como ya había predicho Lenin en 1915, los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son
imposibles o son reaccionarios. La única democracia y soberanía real sólo pueden venir de la mano de una
Europa Socialista y en ella no caben ninguna de las instituciones
creadas por la burguesía para dominar y oprimir, ni económica ni
políticamente.
Por eso como independentistas y por ende internacionalistas, debemos realizar una simultánea tarea política con respecto a la Unión Europea: luchar para salir del euro y de esta cárcel de pueblos ampliada y modernizada que es la Unión Europea, comparada con la medieval mazmorra española; y, a la vez, luchar para que se extienda y se popularice la consigna de los Estados Unidos Socialistas de Europa, en la que los pueblos ahora oprimidos nacionalmente dispongamos de los mismos derechos y obligaciones que el resto, en un contexto de democracia socialista.
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