sábado, 23 de julio de 2016

Tarántula, tarantella y tarantismo

El ser humano, a lo largo de su historia evolutiva y con ayuda de las experiencias vividas y de la fantasía de su imaginación, ha creado alrededor de los arácnidos un sinnúmero de leyendas y supersticiones, algunas verdaderamente sorprendentes. Sin embargo, ninguna se compara en su fantasía con la de la tarántula, nombre que en la actualidad se usa para designar a unas arañas gigantes, de cuerpo pesado y muy peludo, movimientos torpes y lentos, muy frecuentes en todas las regiones calientes y templadas del continente americano y cuyas especies se agrupan en la familia Theraphosidae.


Sin embargo, esta denominación no es original de América, sino que fue importada por los conquistadores europeos. Al llegar éstos al Nuevo Continente y toparse con estas enormes arañas, fue tal el terror que les inspiraron, que las relacionaron con otras arañas muy temidas de su tierra natal, conocidas desde hace mucho con el nombre de tarántulas. El verdadero origen de este nombre se remonta varios siglos atrás, a una ciudad del sur de Italia llamada Tarento.


En la mitología popular mediterránea, tarántula y escorpión eran los arácnidos que más temor producían, llegando a considerárselos mortíferos pues la tarántula europea era la araña mas grande del continente. Sin embargo con la llegada a América de los europeos se empezó a llamar tarántulas a las arañas que allí encontraron, de un tamaño muy superior y finalmente con el tiempo las tarántulas europeas perdieron su nombre original para pasar a llamarse Arañas Lobo.


Cuenta la leyenda que durante el verano, la estación del año en que abundan estas arañas, numerosas personas eran mordidas por ellas. En un principio apenas si sentían dolor, pero a medida que pasaban las horas empezaban a sentir un malestar cada vez más intenso, que acababa por volverse violento, con grandes dificultades para respirar y acompañado de convulsiones y desmayos. Poco después entraban en una especie de locura durante la cual lloraban, bailaban, gritaban, saltaban y se sacudían, haciendo gestos y ademanes grotescos, asumiendo las posturas más extravagantes. Si no eran atendidos con prontitud para liberarlos de este tormento, al cabo de algunos días podían morir. Si llegaban a sobrevivir, al volver la estación del año en que habían sido mordidos, adquirían nuevamente la locura. 


Existían diversos antídotos para este mal, pero el mejor de todos era la música. Al escucharla, la víctima empezaba a bailar, efectuando movimientos característicos que fueron conocidos como la danza de la tarántula o Tarantella. El individuo continuaba bailando mientras la música seguía sonando, hasta que comenzaba a sudar profusamente, con lo cual se salía el veneno del cuerpo. En seguida caía en un profundo sueño, del cual despertaba ya restablecido, aunque todavía débil. El baile duraba generalmente 3 o 4 días, con intervalos de descanso cada tres o cuatro horas. 


A esta serie de manifestaciones ocasionadas por la mordedura de la tarántula y que sólo se curaban con el baile, acompañado por la música adecuada, se le dio el nombre de tarantulismo, y es un hecho plenamente confirmado que, en determinado momento de la historia de la humanidad, cundió como una histeria colectiva por los países del sur de Europa. De acuerdo con el aracnólogo Theodore Savory (1977), el primer caso de tarantulismo se registró en 1370 en Tarento, Italia. De aquí se fue extendiendo por todo ese país y los circunvecinos, alcanzando su clímax alrededor de 1650, para después declinar y desaparecer a finales del siglo XVII. Sin embargo, durante el siglo XVIII volvió a aparecer en la Península Ibérica y este problema continuó manteniendo ocupados a los médicos durante gran parte del siglo XIX.


Lo cierto es que las personas que sufrían la mordedura de la tarántula eran los campesinos que habitaban las tierras más deprimidas y el tarantismo, como la mayor parte de los ritos de posesión, no era otra cosa que la expresión social y corporal de los excluidos, de los desheredados de la tierra, de los que no tenían otra cosa más que su cuerpo para expresar el remordimiento, el hastío, el dolor, la angustia y la amargura hacia un orden social establecido que los condenaba a la miseria.


Realizado bajo la supervisión científica del antropólogo Ernesto de Martino, y con los comentarios del poeta Salvatore Quasimodo, "La Taranta" puede ser considerado como el primer documento fílmico sobre el tarantulismo, dirigido por Gian Franco Mingozzi, uno de los más importantes y atentos documentalistas italianos que analizaron temáticas con un gran compromiso civil, social, cultural y antropológico. Tras haber recorrido a fondo las tierras del Salento durante los años '50 y '60, Mingozzi empezó a documentar este fascinante fenómeno socio-religioso de un mundo campesino donde las víctimas de la mordedura de la temida tarántula requerían un extenuante exorcismo ritual de danzas frenéticas, música y dolor



Aunque el documental de Mingozzi parezca reflejar sólo el significado social y religioso del tarantismo, una visión más atenta del mismo puede llegar a encontrar el valor intrínsecamente político de este fenómeno tan antiguo como revelador.


Fuente: Biblioteca Digital del ILCE


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