El 30 de junio de 1521 aconteció una batalla entre las tropas castellanas y las de Navarra en las campas de Eskiroz y Noain.
Nueve años antes, el duque de Alba había invadido el reino de Navarra y había rendido su capital, Iruñea. Desde entonces, los esfuerzos por recuperar la soberanía se habían sucedido, uno tras otro, y habían fracasado. La guerra se prolongaba. Aquel año de 1521, la Rebelión de los Comuneros en Castilla obligó al ocupante a retirar sus fuerzas y dirigirlas contra la revuelta, con lo que se debilitó el control castellano sobre el reino. Los navarros aprovecharon la ocasión para intentar una nueva ofensiva. A las órdenes del general Asparrós, una fuerza compuesta de navarros, gascones y franceses aliados, liberó Donibane Garazi y atravesó los Pirineos. A la vez, las poblaciones ocupadas se rebelaron y expulsaron a los castellanos, como ocurrió en Lizarra. En Pamplona, los propios sublevados hirieron a Ignacio de Loyola en el ataque al castillo donde estaba acuartelado.
Aplastada
la rebelión de los Comuneros, los castellanos vuelven a Navarra con
30.000 soldados: 7.000 del Condestable de Castilla, 5.000 de Bizkaia,
Alava y Gipuzkoa, 4.000 del Conde de Lerín (los navarros de la facción
beamontesa), más de mil aportan cada una de las principales ciudades
(Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Salamanca y Toro) y la mitad
Medina del Campo y Ávila. Reclutados a la fuerza también participaron
muchos de los vencidos en la revuelta de los Comuneros.
La
batalla decisiva se produjo el 30 de junio de 1521 en Noáin, en la
explanada de Salinas. Fue la única batalla campal de la contienda donde
murieron más de 5.000 soldados navarros, tras una larga y sangrienta
pelea. Asparrós no esperó los refuerzos de 8.000 hombres, lo que hubiera
podido tal vez impedir la derrota de los navarros. El propio Asparrós
fue hecho prisionero que más tarde fue liberado por el Emperador tras
pagar un rescate.
Después
de la derrota de Noain, la lucha por liberar el territorio navarro se
prolongó durante varios años, con episodios célebres como la toma del
castillo de Amaiur o la batalla de Hondarribia. Amaiur es el símbolo por
excelencia de la resistencia épica de Navarra frente a un invasor
abrumadoramente superior. En Hondarribia, los navarros se atrincheraron
tras las murallas y dos años y medio de asedio dan fe de su voluntad de
combatir, pese a lo cual la pérdida de esta batalla supuso el fin del
reino independiente de Navarra.
Noain
es uno de los principales escenarios de nuestra historia, el lugar en
el que la decisión de la población navarra por mantener su soberanía
fue aniquilada. Navarra era la heredera de la antigua Vasconia, el
territorio en que se mantuvo un poder soberano y unas instituciones
políticas asentadas, y llegó a la Edad Moderna como un Estado europeo
homologado, con una población y una cultura propias.
Fuente: Nabarralde
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