martes, 3 de febrero de 2015

San Blas, entre tortas y cordones



Manda la tradición. 3 de febrero, San Blas, día para comprar un cordón, colocárselo al cuello y listo. Es lo típico, es lo que creyentes y no creyentes tienen la costumbre de hacer llegada esta fecha porque hoy en Bilbao se celebra una feria, la feria de San Blas, y El Arenal se llena de puestos que venden cordones de colores y rosquillas de San Blas.

Los hay de todos los colores para que elijas tu favorito. Seas o no creyente, la tradición manda, te lo pones durante los nueve días de rigor, y después lo quemas, el Miércoles de Ceniza. De este modo San Blas protegerá tu garganta de cualquier catarro o faringitis durante todo el año. ¡Lo que vas a ahorrarte en Ibuprofenos!

Dicen que la tradición de ponerse alrededor del cuello el cordón bendecido proviene de esos tiempos en los que se acudía a la misa el día de San Blas a bendecir alimentos y semillas para prevenir toses y catarros. La historia empezó con el cordón con que se ataban las rosquillas caseras a las que se suponía contagiadas por la bendición y que comenzaron a colgarse del cuello.


Cuentan las hagiografías del santo, que fue médico, obispo y que curó milagrosamente a un niño al cual se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. De ahí le viene la fama a ese santo de proteger contra los males de garganta y de ahí viene también la costumbre del cordón.

Sin embargo, en la festividad de San Blas, se perciben connotaciones etnográficas de orígenes remotos, donde el ritual pagano de antiguos pueblos agrícolas y pastoriles” no pudieron ser acalladas por el cristianismo. A San Blas se le relaciona con el oso, animal mítico que juega un papel clave en el despertar de la naturaleza en su cíclica regeneración. El vasco primitivo habría celebrado ceremonias de carácter mágico destinadas a provocar el ansiado despertar de la naturaleza a la vida y la fecundidad. El oso de nuestras mascaradas y farsas carnavalescas (Arizkun) es sacado de su letargo invernal pues su despertar se vincula al de la propia Naturaleza.


El día de San Blas además de comer rosquillas o torta y de ponernos un cordón, también hay costumbre de cantar con la makila. La práctica de acompañar el canto con golpes rítmicos producidos en la tierra por las makilas también tiene origen pagano y simboliza el final del invierno: los golpes anuncian a la tierra la llegada de la primavera, el final del letárgo invernal. Su propósito es despertar a la tierra a tiempo para que la cosecha sea buena.


Fuente: Euskadi – Basque Country

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