Tú eres ETA. Yo soy ETA. Nosotros somos ETA y 
cualquiera que proteste es siempre ETA. Solo ellos no son ETA. En 
esencia, los ciudadanos del Estado nos dividimos en dos grupos: los "ciudadanos de 
bien" (marca registrada) y el resto, los etarras. En esa nueva 
clasificación enfurecida que eleva un grado o dos cualquier gesto de 
disidencia, la manifestación pacífica es una algarabía, la resistencia 
pasiva se transforma en violencia y la violencia, aunque sea solo verbal
 o incluso imaginaria, se califica de terrorismo o golpismo, según el 
día. 
El terrorismo se extiende y ya hasta las 
asociaciones de padres y alumnos son ETA, o al menos parte de su 
entorno. "Yo, cuando iba al instituto, las huelgas las organizaba 
Batasuna, no los padres", ha dejado dicho  Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso.
 Manifestarse contra los recortes en la educación también es ETA o, 
siendo suaves, "de izquierda extrema radical y antisistema", como 
asegura José Ignacio Wert, verbo florido, aún sorprendido de que hasta 
los sindicatos de la educación más conservadores se movilicen contra sus
 recortes.
Que todo sea ETA no es novedad: 
criminalizar al que protesta es parte del manual de la derecha que 
distingue entre la sana protesta democrática –la suya– y los 
pancartistas que  ladran su rencor por las esquinas.  Repasen esta recopilación de frases para la historia sobre la catástrofe del Prestige
 y quédense con lo que dijo hace diez años Jaime Mayor Oreja: "En el 
País Vasco estamos padeciendo las consecuencias de grupos como Nunca 
Máis. Lo que estamos padeciendo es la batasunización de la sociedad por 
parte de ETA. Su estrategia siempre ha sido crear estructuras sociales 
que, sin llamarse ETA, estaban al servicio de ETA". Quejarse por el 
chapapote de los "hilitos de plastilina", por supuesto, también era ETA.
Lo más sorprendente es que mientras media España es ETA, va ETA y se 
disuelve. O eso es lo que ellos quieren que pensemos porque para las 
mentes preclaras que nos gobiernan –las que hoy excarcelan etarras sin 
que nadie esté esta vez de rodillas ante ETA– la realidad es otra. ETA 
no se va, sino que se reencarna en todos nosotros, terroristas de la 
violencia pacífica.
Ignacio Escolar
Ignacio Escolar

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