martes, 29 de enero de 2019

El sonido ancestral de los joaldunak de Ituren y Zubieta despierta al carnaval


Estos dos pueblos vecinos de la comarca de Malerreka, al sur del Bidasoa, se anticipan a las fechas oficiales y celebran su singular carnaval la última semana de enero. El acto central lo componen sendos desfiles de los joaldunak, por las calles de Ituren el lunes, y por las de Zubieta el martes. 

Los Joaldunak (los que hacen sonar los cencerros), comparsa en las que participan los vecinos de ambos pueblos, recorren las calles ataviados con abarcas, enaguas de puntillas, pellizas de oveja por cintura y hombros, pañuelos de colores al cuello, ttuntturroa (gorros cónicos con cintas), y un hisopo de crines de caballo en su mano derecha. Los Mozorroak son otros personajes grotescos que acompañan a los Joaldunak en su recorrido.














martes, 22 de enero de 2019

Romerí­a de San Bizente (22 de Enero)



La Romerí­a de San Bizente bien pudiera ser la más antigua de todas cuantas se celebran en Barakaldo, por lo que debemos suponer que data del año 1340, fecha de la construcción de la iglesia. San Bizente Mártir fue nombrado oficialmente Patrón de Barakaldo el año 1643, por lo que tam­bién cabe suponer que fuera a partir de este año cuando se fijaron las bases de la futura romerí­a. Debemos pensar que estas fiestas serí­an de buen comer y, después, de bailar al son del txistu o la dulzaina, actos que se sucedí­an después de la Santa Misa, a los que se invitaba a los parientes de otros barrios.

No estará de más recordar cierto hecho ocurrido entre dos aldeanos. Cierto dí­a, durante las fiestas de El Regato, un nativo se escondí­a para no invitar a un pariente de San Vicente, quien tuvo que regresar a comer a su casa. Pasaron los meses y llegó la romerí­a de “Sanvi” y, claro, el “regatero” se acercó al pariente muy solí­cito y dicharachero diciendo: “Oye, Patxi, en San Roque no te vi”. Ni corto ni perezoso, el aldeano de San Vicente le contestó: “Yo a ti sí­”.

Las fiestas de San Bizente, allá por los años de 1940, eran muy locales y, aparte de lo que amasaban los nativos en sus propias casas, el festejo consistí­a en bailar al son de las notas que lanzaban las Bandas Municipales de Música y los Txistularis. Después, sobre las 9 de la noche se bajaban en biribilketa hasta Karranzairu. Bueno será decir que no se poní­an txoznas, barracas ni tiovivios. Puede que extrañe tanta tristeza en unas fiestas, pero eran los tiempos oscuros del Franquismo y entonces estaba prohibido cantar y pobre de aquel que infringiera la norma, porque podí­a recibir algún porrazo de los “chineles” e incluso ser multado.

 Fuente: Ezagutu Barakaldo https://ezagutubarakaldo.net/romerias-en-barakaldo/


martes, 15 de enero de 2019

Cien años del levantamiento espartaquista, la revolución olvidada




Al terminar en noviembre de 1918 la Primera Guerra Mundial se gestó en la derrotada Alemania una revolución. En los fríos días de enero de hace ahora un siglo, en las calles de Berlín hubo barricadas, disparos y muertos; y cayeron asesinados dos personajes míticos de la izquierda: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, líderes de la Liga Espartaquista y del Partido Comunista de Alemania (KPD)

Dicha revolución es quizás uno de los acontecimientos peor conocidos y más silenciados del siglo XX. La derrota sufrida en la Gran Guerra, con las ominosas cargas que supuso para la población alemana, propició una revolución que si bien trajo consigo el derrocamiento del Estado monárquico y militar del II Reich y la proclamación de la República de Weimar, supuso también el fin, paradójicamente, de toda tentativa de constitución de una democracia socialista.
Así, el Levantamiento Espartaquista –nombre que se da a la huelga general y los enfrentamientos armados acaecidos en Berlín del 5 al 12 de enero de 1919– fue desarticulado a sangre y fuego por fuerzas paramilitares, que también secuestraron, torturaron y asesinaron a sus dos principales líderes, los comunistas Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Concluía así trágicamente el sueño revolucionario, cuyo epílogo fue la aprobación de la Constitución de Weimar en agosto de ese año. 


Lamentablemente, dicha revolución resultó derrotada a consecuencia del papel contrarrevolucionario que cumplió la socialdemocracia y en otro plano, de los errores cometidos por los revolucionarios. Respecto de la socialdemocracia, no siempre se recuerda que fue la madre de las burocracias contrarrevolucionarias del siglo XX: los enterradores de las potencialidades revolucionarias de la clase obrera.

La Revolución Alemana de haber triunfado, habría dado la vuelta a las relaciones de fuerzas entre el comunismo y el capitalismo y pudo ahorrarle a la humanidad los horrores del fascismo y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, resultó derrotada. Y quizás por ello sea una revolución olvidada. Siquiera entre las filas de los revolucionarios se tiene conciencia del significado de su derrota, menos se estudian sus lecciones estratégicas. Harman señala que las revoluciones derrotadas son rápidamente olvidadas quedando fuera de la mirada histórica, como notas al pie de la misma, a las que sólo se dedican los especialistas.