sábado, 19 de agosto de 2017

¿Como acabar con los atentados yihadistas?

Una vez mas, como cada vez que hay un atentado yihadista en suelo europeo, han salido las masas por las redes sociales pidiendo mas seguridad policial, cierre de fronteras, penas mas duras etc o sea cosas inútiles a la hora de acabar con el terrorismo yihadista. 


¿Porque son cosas inútiles? La seguridad policial es absurda cuando se trata de combatir a lobos solitarios, y hay miles de lobos solitarios esperando a actuar, sin armas ni explosivos, haciendo atropellos, o atacando con cuchillos y no vienen precisamente de oriente medio, ni salen de las mezquitas (que como bien dice Egido están muy vigiladas), sino que suelen ser muchachos desarraigados que se radicalizan a través de Internet. El cierre de fronteras también es absurdo, cuando la mayoría de los atentados que se han producido en suelo europeo los han realizado personas nacidas en Europa, inmigrantes de segunda e incluso tercera generación, todos con pasaporte europeo. ¿Penas de prisión permanente? ¿Para quien? ¿Para yihadistas que todos acaban inmolándose o cayendo abatidos en tiroteos? Absurdo a mas no poder.


Entonces ¿que solución puede haber para evitar esos atentados yihadistas? La única solución sería acabar con el salafismo, con esa corriente del islam que viene de Arabia Saudí y se llaman wahabismo.


La corriente wahabí es la más poderosa de las corrientes fundamentalistas del islam y, de lejos, la más severa. Probablemente defienda la interpretación más intolerante del islam en toda su historia. El wahabismo es la religión oficial de Arabia Saudita, y el padre ideológico" de Estado Islámico.


Los ingresos del petróleo permiten al reino saudí financiar en todo el mundo la construcción de mezquitas, habitualmente atendidas por imanes a sueldo de Arabia, que difunden en sus prédicas las ideas wahabíes.


Hay cuatro países, aparte de Arabia Saudí, en los que el islam se vive hoy con tintes wahabíes: Afganistán, Sudán, algunas provincias del norte de Nigeria y la pequeña región autónoma de Banda Aceh en Indonesia. 


Los movimientos salafistas siguen el islam wahabí, pero combinan su práctica con una ideología combativa que impulsa a sus miembros a no sólo observar los códigos de su fe sino a defender su observancia o incluso imponerla a los musulmanes que siguen otras interpretaciones.


Desde la década 2000, esta visión religiosa se ha ido extendiendo en prácticamente todos los países islámicos y especialmente las comunidades musulmanas en Europa. En Europa, el wahabismo se difunde sobre todo entre los jóvenes de segunda generación de inmigrantes y (atención a este dato) ENTRE LOS CONVERSOS (si, si, europeos de pura cepa convertidos al islam y no refugiados que vienen huyendo). Por el contrario las generaciones mayores rechazan el wahabismo y suelen conservar la fe tradicional suní o chií.


La difusión del islam wahabí ha llegado hasta el punto de que esta interpretación rigorista es hoy prácticamente la única conocida por el público europeo y la única presente en prensa, radio, televisión y libros. Este proceso de radicalización del islam hacia una interpretación más severa se ha acelerado a partir de los años 80 y está actualmente en pleno auge.

¿Por qué se aceleró este proceso de radicalización del islam se aceleró en los años 80? Ciertamente, todos estos lodos vienen, estrictamente, de los polvos iniciales que se expandieron por Afganistán.

Efectivamente, en los primeros años ochenta del pasado siglo XX, la CIA norteamericana, el MI6 del Reino Unido, y el Mukhabarat saudí crearon, con el objetivo de expulsar a los soviéticos de este país, un grupo de extremistas y de fundamentalistas islámicos que llegó a conseguir reunir a 50.000 combatientes –muyahidines- de más de medio centenar de países. En este escenario hace su aparición por primera vez Bin Laden, que posteriormente, en 1988, fundaría Al Qaeda.


El movimiento talibán, por su parte, surge en Afganistán, bajo el llamamiento del propio pueblo afgano, con el objetivo de expulsar a los muyahidines que, a su vez, habían conseguido expulsar a los soviéticos. Los talibán eran los estudiantes puros del Corán que se hallaban en la frontera entre Pakistán y Afganistán, y que fueron llamados por los afganos para poner orden en el desorden, el caos y la violencia impuesta por los muyahidines después de hacerse con el control del país.


Pues bien, cuando en 2011 comienzan en Siria las revueltas contra Bashar al-Asad, rápidamente se observa que los rebeldes, por sí solos, no podrán derribar al Gobierno de Damasco. Es en ese punto cuando a “alguien” se le ocurre repetir la táctica y buscar a un grupo de personas militarmente bien preparado, bien entrenado, que sea suní y que sea capaz, de un modo feroz, de expulsar del poder sirio a Bashar al-Asad. Así se creó el Estado Islámico.


Para luchar efectivamente contra el Estado Islámico hay que intervenir sus fuentes de financiación. Las principales son la venta de petróleo y la venta del patrimonio arqueológico de Irak y Siria. Hay análisis que afirman que el Estado Islámico obtiene, al año, entre 500 y 2.000 millones de dólares por la venta de hidrocarburos. Con relación a esto, hay que tener en cuenta que cualquier vendedor necesita, siempre, un comprador ¿Quien le compra petróleo al Estado Islámico? Pues unos cuantos países y empresas multinacionales occidentales. Si se acaban los compradores adiós financiación del Estado Islámico. Pero se les sigue comprando petróleo año tras año. Muchas manifestaciones de repulsa por parte de las autoridades cuando el yihadismo nos golpea en casa, pero pocas ganas de acabar los negocios con los principales inductores de la yihad.


Y con Arabia Saudí mas de lo mismo, es el país que está exportando wahabismo fuera de sus fronteras, debería de ser un país aislado económicamente hasta acabar con esa rama tan fundamentalista del islam, y sin embargo se hace todo lo contrario, un montón de negocios con ellos, el Estado español exporta armas a ese país y le compra petróleo. 


Si de verdad queremos acabar con los atentados yihadistas, la solución pasa por acabar con el Estado Islámico y con el wahabismo saudí. Es la única manera.