sábado, 25 de marzo de 2017

Solo el socialismo convertirá al pueblo trabajador dueño de su futuro como hace 100 años



A las doce del mediodía del sábado 25 de marzo ha tenido lugar en la Herriko Plaza de Barakaldo el acto público de presentación de K17, iniciativa nacida en Euskal Herria, plural y abierta, que tiene por objeto conmemoración y reivindicación de la Revolución Socialista de 1917 con motivo de su centenario. El acto, conducido por el historiador Jon Kortazar y la sindicalista y escritora Sonia González, ha contado con el apoyo de varias decenas de participantes.


Sonia González ha iniciado la presentación, haciendo mención a la trascendencia indiscutible de Revolución Socialista de 1917. La escritora y sindicalista, estableciendo un unívoco hilo rojo, ha relacionado los hechos acaecidos hace 100 años, con otros acontecimientos históricos y socio-políticos, como el avance de los procesos revolucionarios en Latinoamérica, o el desarrollo del Estado de Bienestar al que el capital europeo tuvo que acceder para contener el riesgo revolucionario a lo largo del siglo XX. En esa secuenciación histórica, también ha habido espacio para las vivencias personales. Especialmente emotivo ha sido el recuerdo a los miembros de su familia, masacrados hace 80 años precisamente por su filiación comunista, así como el significado de que la iniciativa se haya presentado en Barakaldo, pueblo trabajador que acogió a su familia al huir de Málaga. Antes de dar paso al historiador Jon Kortazar, ha reivindicado la valía de la revolución centenaria recordando que ha pasado un siglo y si queremos un futuro en que las personas, sus necesidades, sus deseos, sus potencialidades, se sitúen en el centro, un futuro en el que desplacemos de una vez la tiranía de los mercados, la avaricia sin medida, la desigualdad, la explotación… ese futuro pasa necesariamente por el socialismo. Quien crea que puede crear algo completamente nuevo, dejando de lado el pasado, además de incurrir en un histórico fallo, caerá también en los mismos errores históricos. El presente no es más que el pasado revisitado. 


Por su parte, Jon Kortazar, portavoz de K17, ha expuesto los motivos, las características y los objetivos de la iniciativa. Según ha explicado, K17 es una “iniciativa plural, más allá de partidos y organizaciones concretas” que “pretende recuperar el conocimiento sobre 1917 entre la sociedad vasca, así como reivindicar su legado”. Kortazar ha asegurado que para cumplir ese objetivo, K17 organizará actos y debates a lo largo de todo el año.


Kortazar ha explicado que el desconocimiento o infravaloración de la Revolución Rusa es debido al “arrinconamiento de la clase trabajadora como sujeto político” así como a la “criminalización del comunismo”. Kortazar ha subrayado la importancia de la Revolución del 1917, que en su opinión consistió en que además de ser la primera revolución que abrió paso a un Estado obrero duradero, en “haber influenciado toda la política del siglo XXI, al ser una referencia para las luchas de emancipación. Dividió al mundo en dos mitades”. Concluyó diciendo que la Revolución Rusa fue un acontecimiento universal, que instauró el poder obrero “que fue defendido por estos contra agresiones bélicas externas en dos ocasiones”.


Antes de finalizar, ha hecho un llamamiento a toda aquella persona interesada a participar en el desarrollo del programa, que prevé charlas, mesas redondas, actos culturales y políticos y a secundar los actos de la iniciativa. Finalmente ha recordado los modos para seguir la iniciativa en Internet (www.k17.eus) y Redes Sociales, Twitter (https://twitter.com/K17_100) y Telegram (https://t.me/K17_100) y facilitado un correo de contacto (k17@k17.eus).



60 aniversario del Tratado de Roma: Nada que celebrar



Sesenta años después de la firma del Tratado de Roma, no tenemos nada que celebrar ya que dicho tratado solo sirvió para consolidar los intereses capitalistas de la Europa de los mercaderes, que no son de los Estados miembros, ni mucho menos. Como ya había predicho Lenin en 1915, los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son imposibles o son reaccionarios. La única democracia y soberanía real sólo pueden venir de la mano de una Europa Socialista y en ella no caben ninguna de las instituciones creadas por la burguesía para dominar y oprimir, ni económica ni políticamente.

Por eso como independentistas y por ende internacionalistas, debemos realizar una simultánea tarea política con respecto a la Unión Europea: luchar para salir del euro y de esta cárcel de pueblos ampliada y modernizada que es la Unión Europea, comparada con la medieval mazmorra española; y, a la vez, luchar para que se extienda y se popularice la consigna de los Estados Unidos Socialistas de Europa, en la que los pueblos ahora oprimidos nacionalmente dispongamos de los mismos derechos y obligaciones que el resto, en un contexto de democracia socialista.







miércoles, 8 de marzo de 2017

Hace 100 años, un 8 de marzo, se inicia la Revolución Rusa con las mujeres al frente


El 8 de marzo de 1917 (23 de febrero en el calendario ruso), las obreras textiles de la ciudad de Petrogrado se levantaron en una gran manifestación, profundizando la lucha que venían dando obreros y campesinos contra la guerra. Durante enero y febrero de 1917, en varias ciudades del imperio se realizaron huelgas generales y manifestaciones.

Ese 8 de marzo, la convocatoria de las obreras textiles a la huelga para exigir pan y fin de la guerra se masificó y extendió a otros sectores de trabajadores, especialmente a la combativa barriada obrera de Viborg. El paro se extendió y las consignas contra el zarismo, por el fin de la guerra y contra el hambre se masificaron, consiguiendo la simpatía de sectores del ejército, compuesto sobre todo de trabajadores y campesinos. A pesar de ello, la represión se desató y dejó 1300 muertos.


La revuelta se extiendió nacionalmente y terminó con la caída del zarismo y la formación de un gobierno provisional de corte liberal encabezado por Kerenski, a la par que se levantan los soviet de obreros y campesinos. Al no resolver ninguno de los problemas que estaban planteados, los trabajadores, campesinos y soldados, siguieron el llamado del Partido Bolchevique para exigir paz, pan y tierra, convocando a entregar todo el poder a los soviets, lo que se logró en octubre de ese año.

De esa manera, la revolución rusa se transformó en la primera revolución obrera triunfante en la historia, logrando cosas inéditas como la nacionalización de la banca y las empresas, el control obrero de la producción, pensando en avanzar hacia una sociedad sin explotación ni opresión.

Las mujeres tras la revolución

La Revolución Rusa permitió conquistas inéditas para la mujer en aquella época, aun en condiciones difíciles económicas que obstaculizaron su aplicación; inclusive las constituciones europeas más “modernas”, como la igualdad jurídica plena, derecho a voto, su incorporación al trabajo productivo con igual trabajo a igual salario, el derecho al divorcio garantizado por el Estado, la educación mixta, la eliminación del estatus de inferioridad legal de la mujer o el aborto gratuito. Para comparar, en esos mismos años en Chile las mujeres eran consideradas menores de edad, y en la actualidad, de todas formas el aborto sigue estando penalizado.


Sin embargo, el pensamiento marxista de los bolcheviques entendía que la igualdad jurídica y ante la ley no significaba una verdadera igualdad o libertad, por lo que era necesario avanzar en otras tareas, como la socialización de las tareas domésticas; es decir, crear comedores o lavanderías comunitarias y públicas, o romper la unidad jurídica entre familia y matrimonio, entendiendo que la familia es mucho más que el contrato matrimonial.

La Revolución Rusa demuestró la importancia de la unidad de la lucha contra la opresión y explotación, como también de las demandas de los trabajadores, las mujeres y el pueblo. Más que nunca, es necesario sacar las conclusiones de aquella revolución, para poder retomar sus enseñanzas y organizarnos para conquistar derechos como el aborto, igualdad salarial, ley de identidad de género y otras, en el camino de terminar con la opresión de género y la explotación capitalista.


El día de la mujer trabajadora no es una celebración, conmemora un evento sangriento

El Día de la Mujer Trabajadora no es una celebración, como muchos piensan. ¿Por qué alguien felicitaría a una mujer solo por el hecho de haber nacido con dos cromosomas XX en lugar de XY? Otra cosa que conviene aclarar es que sobre la definición del 8 de marzo existen distintas versiones. La más conocida es la de un incendio que ocurrió en una fábrica textil de Nueva York en 1857 donde habrían muerto quemadas las obreras que ese día hacían una huelga para protestar por sus precarias condiciones laborales.


Lo cierto, sin embargo, es que hubo varios incendios como este en aquellos años en los que perecieron varias decenas de mujeres y que el establecimiento de esta fecha está cruzado por una sucesión de acontecimientos marcados por la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la lucha por el sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas y el creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Para desterrar otro mito, hoy no se conmemora la diplomacia de mujeres acaudaladas o de buena familia que con su pasión lograron cambios en la sociedad que les permitieron más derechos; el 8 de marzo evoca sobre todo a las revolucionarias pioneras, las indignadas, las migrantes y las que pedían mayor equidad en la vida conyugal y laboral.


La Organización de las Naciones Unidas invitó en 1975 a los gobiernos a que proclamaran un día del año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. En la mayoría de los países esto se acabó conmemorando un 8 de marzo. Para la entidad, este día debe ser «un punto de convergencia de las actividades coordinadas a favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica». Según esta explicación este día no busca reconocer a las «frágiles» e «indefensas» mujeres ni regalarles felicitaciones. Es una jornada hecha para recordar que, en lo que a ellas respecta, se ha avanzado en materia de derechos, pero que permanecen aún en esa labor.


Las personas que "celebran" el 8 de marzo felicitando a las mujeres, o entregándoles un ramo de rosas o una caja de bombones, atribuyéndoles, de paso, cualidades como la belleza, la fragilidad, la dulzura, la docilidad, el misticismo femenino, la 'capacidad natural' que tiene para educar y para sacrificarse por los demás, corrompen el motivo por el que se instauró este día y, además, diluye el valor de las mujeres como personas». Y si bien puede halagar a algunas, deshumaniza al conjunto. No compañeras, el 8 de marzo no es día de celebración, el 8 de marzo es día de lucha y reivindicación.